ESPECTáCULOS
› PAPANDO MOSCAS, ROCK HECHO PARA LOS NIÑOS
Otro ritual de iniciación
El grupo, que inicia hoy un ciclo de shows en el complejo Village Recoleta, reivindica por igual a Charly García y Walter Yonsky.
Por Cristian Vitale
“Anoche soñé una cosa muy extraña, me convertía en gelatina y mi hermana me comía... Grité y grité desde adentro de su panza, fue cuando sentí que mamá me despertaba.” Con letras así, acompañadas por variación de ritmos que van del candombe-rock al blues o de la tarantela-ska al funk, el grupo de rock Papando Moscas ofrece una alternativa innovadora dentro de un rubro no siempre fácil: el de música para niños. “Los pibes escuchan todo y no hace falta explicarles cada cosa. Se sienten diferentes y respetados. Al principio me preguntaba cómo hacer para que escuchen rock y lo entiendan, hasta que me di cuenta de que no hace falta entender nada. Cada niño tiene su universo y se cuelga con su mambo naturalmente”, dice Mabel Salerno, cantante, actriz y única mujer del grupo que completan Fernando del Castillo, Gustavo Libedinsky, Gustavo Braga, Pitu Cimino y Pablo Zagare. Desde hoy, Papando Moscas iniciará un ciclo de recitales en el bar Hooters del complejo Village Recoleta, que se extenderá hasta fines de mayo.
Papando Moscas debutó en el Hard Rock, el día del niño de 1998. Desde allí hasta el presente, editó un disco titulado Mi primer rock (2000) y concretó más de 150 shows. Todos los integrantes de la banda son docentes de música y la mayoría pasó por grupos under de los ‘80 (entre otros, Luis XV y Jorgito y sus Alfajores). En ese momento, cuando trabajaban para el entretenimiento de los “grandes”, se les ocurrió hacer una versión de “Lucy en el cielo con Diamantes” de Los Beatles, y pensaron que debía gustarle a menores de 8 años. La fórmula dio resultado y hoy son uno de los pocos grupos preparados para captar la demanda de chicos que, aun a su edad, tienen curiosidad por entrarles al rock de los mayores. “Es como si los estuviésemos preparando –cuenta Libedinsky, fanático de Prince–, ahora estamos haciendo una versión de ‘Zapato Roto’ onda Divididos, que viene de primera.” La sola mención de compararlos con algo que huela a pop-adolescente los incomoda bastante. “Lo respetamos, pero no tenemos nada que ver con esa onda. Nosotros hacemos rock, y del poderoso, pero para chicos”, explica Libedinsky. Admiran, en cambio, obras como el homenaje que músicos de rock hicieron tiempo atrás a María Elena Walsh o versiones sueltas de canciones infantiles hechas por rockeros como “Estamos invitados a tomar el té” (Los Pericos), “El Mono Tremendo” (Spinetta) o “El Mundo del Revés” (Miguel Botafogo).
–¿La idea es diferenciarse del pop adolescente por un lado y de la música infantil “ortodoxa” también?
–No hubo un planteo previo tendiente a diferenciarnos de tal o cual cosa. Se dio así. Es cierto que nos paramos en un lado más visceral que el pop adolescente y también de la música infantil no rockera. Tanto en lo musical como en lo estético no tenemos nada que ver con ambas cosas.
–¿Qué influencias podrían citar?
–No pasan por la música infantil, porque el tratamiento que le damos a nuestra música es distinto. Por lo tanto, podría ser que una influencia sea Charly García. Otro referente que tenemos es Walter Yonsky, un tipo que tiene temas cuyo sonido remite al Pescado Rabioso de los ‘70, esos temas que se grababan en cuatro canales con instrumentos que tenían una cámara especial de habitación. El tipo la pasaba el trapo a Pipo Pescador, que sin embargo era el más conocido de la época.
–¿Con esa concepción de la música, por qué hacen rock para chicos y no rock a secas?
–Porque nos gusta el humor para chicos, un humor que es muy difícil que se dé entre los adultos. Hicimos rock “adulto” durante los ‘80, pero ahora nos interesa la libertad de juegos y el espacio expresivo que se genera con los niños. Entiendo que en el rock, en general, existe esa pose de manejar una imagen como si fuera un dogma. Cada estrella, pseudo estrella o músico con proyección tiene que generar una imagen muy contracturada, incluso cuando intenta lo contrario.
–¿Cómo logran que los pibes se enganchen con una banda de rock en el momento en que triunfa Bandana, por ejemplo?
–Hay una diversidad de situaciones por las que se pueden enganchar. Algunos por la música, otros por las letras que hablan de la vida de los chicos, los padres y los profesores, y, sobre todo los más chicos, por los gags teatrales. No es algo muy usual que un pibe sienta que estás tocando la batería para él. Pero lo más fuerte es la imagen: Mabel hace cuatro cambios de vestuario por show y yo tres. Eso los mueve mucho.
–Cuando se trata de público infantil ¿cuál es la manera en que llegan más directamente a ellos, sin subestimarlos?
Mabel Salerno: –Explotamos la espontaneidad y evitamos las consignas dirigidas. A veces pasa que los nenes bailan, mueven los brazos o cantan sin que nadie se los pida. Hay una comunicación muy fuerte con ellos, porque nosotros ponemos a nuestro propio niño en escena. Hay una frase que nos gusta en el disco, que dice “Yo tenía 7 años, me colgaba una guitarra, me ponía frente al espejo a jugar a que soy Lennon”.