Dom 22.08.2004

ESPECTáCULOS

“¿Cómo ve un villero a un extraterrestre?”

Con realización de Sebastián Antico y protagonizada por Julio Arrieta, se filma en la Villa 21 El nexo, sobre una invasión alienígena en que todos los vecinos se convierten en invasores o invadidos.

› Por Eugenia García

¡Ultimo momento! Extraterrestres habrían aterrizado en el barrio de Barracas, más precisamente en la Villa 21. La población mundial está shockeada, pero los habitantes de este rincón porteño tienen un plan para salvar a la raza humana, y ya están trabajando. El nexo, el largometraje que cuenta esta historia surreal, se está rodando por estos días en la villa y sus protagonistas son todos miembros de la escuela de teatro del lugar, dirigida desde 1987 por Julio Arrieta. Opera prima de Sebastián Antico, la película tiene como antecedente inmediato un corto del mismo nombre, que durante el 2001 recorrió festivales y tuvo una mención especial en el III Festival de Cine Independiente de Buenos Aires. Tanto el corto como el largometraje están basados en un cuento que escribió el mismo Julio Arrieta hace unos años que, cuenta, empezó por preguntarse: “Y los villeros, ¿no tenemos derecho a tener extraterrestres?, ¿dónde está escrito que no podemos?”.
Desde que Arrieta coordina el taller de teatro de la villa, muchos vecinos participaron en distintos programas de televisión y films. Las cámaras y luces en la puerta de su casa ya forman parte del paisaje cotidiano del lugar. Por allí pasaron desde Adrián Caetano y Eliseo Subiela hasta Tristán Bauer y Alan Parker. Con un traje espacial gris metalizado que le cubre todo el cuerpo, emparchado con un pequeño logo de las islas Malvinas sobre uno de los brazos y otro de la Villa 21 en el pecho, Arrieta cuenta en un alto de la filmación sus aventuras como director de teatro. Y sus deseos. “Mi casa siempre se convierte en set de filmación o galpón de teatro. Nosotros tenemos muchísimo trabajo hecho. Ojalá que esto se sepa, porque lo que queremos es trabajar. Queremos ocupar una franja de trabajo que nos corresponde, trabajar de gente pobre, no nos importa. Nos da mucha pena cuando por ejemplo Natalia Oreiro trabaja de pobre cuando no sabe lo que es ser pobre. Más allá de actores o no actores, somos trabajadores, es lo que queremos hacer. Es preferible y más loable que nos den un trabajo, y para eso nos capacitamos, que estar ocupándose en otro metier.” Arrieta es además el protagonista de la película, un profesor de teatro que sueña con montar una obra sobre extraterrestres. “Yo tengo muchos sueños, mucha fe puesta en esta película, porque es una película que por primera vez se filma con gente de la villa, en una villa, y que no tiene ribetes policíacos, que no tiene aditamentos sexuales, que no tiene condimentos drogadictos y que bajo ningún punto de vista ninguno de los que aparecemos en pantalla vamos a pedirle remedios a nadie, ni plata, ni chapas ni cartones ni nada para sobrevivir”, explica. “Por eso puede ser que sea buena, porque es diferente. Porque con esta película rompimos el marco que nos tenía sujetos por centurias, y ahora le ofrecemos a la pantalla una película de sueños, un personaje que tiene sueños. ¿Cómo ve un villero a un extraterrestre? ¿Lo ve, lo idealiza? ¿Se preocupará el villero por los extraterrestres o se preocupa por conseguir una caja más de cartón para su rancho? Porque el hombre se alimenta con comida, pero si no tiene sueños, como que no alimenta el alma. Y además es importante mostrar cómo gente ruda de la villa tiene pensamientos lúdicos, y juega.”
Sebastián Antico y Arrieta se conocieron hace ocho años, y desde ese momento filmaron tres cortos juntos. La película estaba pensada para ser rodada entre diciembre del 2001 y enero del 2002 pero, como a todo argentino, les pasó por encima la devaluación y el corralito. Antico entonces se fue a Europa, a acompañar el corto El nexo al festival de Clermont Ferrand, y, por esas cosas, terminó trabajando en una pizzería en Madrid. “Julio trabajó en Tumberos y le fue muy bien. Yo no estaba acá, pero me acuerdo que me mandaban recortes de notas en diarios donde Julio decía: ‘Bueno, yo tengo un proyecto que se llama El nexo, Sebastián Antico está buscando financiación en España’. Y yo lo leía, trabajando en la pizzería, y me quería morir (se ríe).” Finalmente, Antico volvió habiendo conseguido el respaldo de una productora española. Esa productora es la que está pagando ahora los equipos de cámara, luz, revelado y transfer.
¿Cómo zanjaron el tema de los recursos y los efectos, teniendo en cuenta que es una película de ciencia ficción?
–La primera parte suponemos que va a ser en 3-D. El resto, corre un poco por cuenta de la ambigüedad y la coherencia que te da el mismo lugar. La nave que estamos preparando es la nave que pudimos hacer nosotros, y la nave que podría hacer Julio y todo su grupo de teatro, y no mucho más que eso. Corremos siempre el riesgo de caer en lo bizarro, porque estamos, más que al límite, ya caídos por el precipicio totalmente (se ríe). Pero por otro lado es una película también de humor, es una comedia, los personajes creo que son bastante divertidos, y no pretende ser algo muy realista, todo lo contrario.
–No es la historia que en general se cuenta en una villa.
–No. Este es un lugar que te muestra una realidad muy cruda en cada plano, y lo más loco es que al mismo tiempo estás filmando a un extraterrestre o hablando de cosas que no se hablan en una villa. Son cosas totalmente contrapuestas. Uno viene acá y ve planos muy lindos del nenito, del charquito, de la pobreza, y están buenos los planos, pero después de ocho años te aburrís de contar esas historias. Tampoco es que digo “hay que contar historias sobre extraterrestres”. Esto es como estirar el cable hasta donde da, hasta antes de romperse, por eso es una comedia. Pero me parece importante no venir a robar imágenes, hay que venir a filmar acá como si filmaras en un set, como en cualquier otro lugar, y no hacerte tantas preguntas, sino tratar a la gente con la que estás trabajando como los actores que son, como el guionista que es Julio, como el autor que es Julio, de igual a igual. El descubrimiento para mí es más ese, que este lugar sea creativamente potable, infinitamente creativo, que se te pueda ocurrir cualquier cosa, contar cualquier historia, no solo la que uno típicamente viene a buscar.
Ahora el equipo está buscando recuperar un crédito del Incaa a desarrollo de proyecto, que allá por el 2001 estaban esperando cobrar. Todos, actores, director, asistentes, están trabajando ad honorem. “Todos los actores son del barrio, de la escuela de Julio, y todos han trabajado en esto alguna vez. Pero salvo Julio, Esther Oviedo y dos o tres más, el resto es la primera vez que trabaja como protagonista de una historia. Espero que a partir de ahora el grupo de teatro pueda empezar a hacer personajes un poco más importantes, protagonizar otro tipo de historias. Acá en la villa o en otro lado”, dice Antico. A Oviedo y Arrieta los acompañan, entre otros, Ramón Piedrabuena, Ismael Elizaur y Manuel Rojas.
“Posiblemente el teatro sea una válvula de escape mía, que a otros les puede servir como forma de vida, pero no creo que el teatro nos vaya a salvar de la villa. Sí creo que es una instancia más dentro de todo el espectro de posibilidades que se manejan dentro de la villa: el boliche, el pool, la cerveza, el vino, el paco, yo ofrezco el teatro. Hacemos murga, teatro y estamos formando un conjunto de cumbia. Queremos abarcar todo lo que sea cultura, para que los chicos se enganchen con nosotros y tengan un lugar de pertenencia”, cuenta Arrieta, que hace ya largos años busca poner un Centro Cultural, “pero uno que sea manejado por nosotros, no por el profe que viene de afuera. De esa manera se cumpliría el objetivo que yo me propongo, tratar de que la gente se capacite. Porque a la gente de la villa muchas veces no nos marginan, nos automarginamos. Nos automarginamos porque no comprendemos que lo que tenemos que hacer es capacitarnos, la oportunidad está a la vuelta de la esquina”, dice. Intentó por el lado de la política, en la que militó más de 15 años, pero hoy por hoy está un poco desilusionado. “Seguiré con mis ideas políticas, porque la política no es mala, algunos políticos son malos. Pero es increíble. Ellos no creen que un villero pueda hablar y pensar, ellos creen que somos un número, una ficha de afiliación y nada más. Mucha gente de acá en la villa tiene pensamientos claros y precisos y concisos. Pero ellos no lo creen. Esta es una forma de convencerlos, mostrándoles que esta película salió de la villa, autogestada en la villa y que todo el equipo come comida de la villa hecha por villeros. Y no se murieron, ni se infectaron, y no les robamos la cartera todavía. Eso va a ser al final de la película (se ríe). Como festejo, les vamos a mostrar nuestras habilidades delictivas.”

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