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Attaque 77, mucho más que punk rock

La presentación del CD Antihumano fue la excusa para que la banda llenara dos veces el Estadio Obras. El viernes va por la tercera.

 Por Roque Casciero

¡Cuánto cuesta reconocer hoy en Attaque 77 a aquella banda que en 1987 se vestía como los Ramones, tocaba como los Ramones y hasta fantaseaba con llamarse Namores! En sus diecisiete años de trayectoria, el cuarteto que nació punk abrió las puertas a influencias de reggae, ska y rocanrol, lo que marcó una evolución impensable en los comienzos. Ciro, Mariano, Leonardo y Luciano crecieron, tienen familias, han recorrido el mundo con su música... En resumen, son tipos muy distintos a los que fueron. Y es positivo que ellos mismos lo asuman: sólo a Joey Ramone le quedaba bien seguir con la campera de cuero. Sin embargo, hay cosas que permanecen intactas en Attaque 77, como la energía que transmiten sus canciones más veloces, la electricidad que brota de los solos de Mariano, y la solidez del grupo desde que Ciro aporta una guitarra rítmica. Las seis mil personas que abarrotaron Obras el viernes pasado pueden atestiguarlo: Attaque 77 vive un presente con algunas muy buenas canciones recientes y un montón de clásicos para hacer que su público estalle.
Otra constante en la carrera del grupo son las letras que describen temas sociales y que toman partido la mayoría de las veces. Si no fuera porque la Bersuit ya lo usó, Attaque bien podría pensar en La argentinidad al palo como título, más para su carrera que para un disco en particular. Repaso, sólo con la lista de temas que hicieron el viernes en Obras: Western propone como héroe al controvertido René Favaloro, Los tiburones es una alegoría sobre el país del sálvese quién pueda, Barreda’s Way se pone en el lugar del odontólogo que mató a su familia, Canción inútil asume la piel de un hijo de desaparecidos, Exodo ska ve la vida con ojos de exiliado económico, El abuelo se queja de los negociados, Caminando por el microcentro se excita (todavía) con Edda Bustamante y Setentistas habla de la recuperación de valores de otros tiempos. La puesta en escena que Attaque hizo de Neo-Satán merece describirse aparte. La canción habla de un hombre que con su maldad dejó al Diablo como un bebé de pecho y que hasta es capaz de matar a su hijo para beneficiar sus oscuros intereses: para que no quedaran dudas, las pantallas colgadas en Obras ofrecían una animación primitiva con Carlos Saúl Menem como personaje único. ¿La respuesta? Un atronador Menem, compadre, la concha de tu madre, mientras por los parlantes sonaba el falaz latiguillo que prometía no defraudar.
La excusa de los dos shows del fin de semana (y del agregado para este viernes) era la presentación formal de Antihumano, el 13º álbum de la banda, por eso la mitad de los treinta temas fue de ese disco. La respuesta del público, sin embargo, hacía imaginar que Attaque estaba repasando sus “grandes éxitos”. Es notable cómo las canciones del disco han prendido entre los adolescentes fans de la banda y cómo adquieren más relevancia cuando son tocadas en vivo. Hay algunas que ganan muchísimo: Arrancacorazones, cantada por Mariano, bien podría convertirse en un nuevo Hacelo por mí, de tan redondita que es; Iemanjá se calienta con la percusión de Andrea Alvarez y los caños del grupo Rey Gurú, especialmente en el agregado de Jive talking (Bee Gees) que cierra el tema (mientras una bola de espejos convierte a Obras en una disco gigante); y Vacaciones permanentes es más energética sin dañar la melodía pop de los teclados.
El final del concierto del viernes fue con un estribillo que los fans cantaban desde temprano cada vez que había un rato de silencio: “Podrán pasar mil años/ verás muchos caer/ pero si nos juntamos/ no nos van a detener”, dice la letra de Donde las águilas se atreven. Es una canción de 1990, de una banda que al poco tiempo se enfrentó a sus propias contradicciones con el éxito, que tras la exposición masiva se hundió en un pozo, y que salió adelante con la fuerza de sus canciones renovadas. Ya establecido como clásico, Attaque 77 sostiene hoy sus ganas, su madurez ysu polenta. Por eso no hay señales de fisuras presentes que amenacen su futuro.

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Ciro, la voz de un grupo que sumó musicalidad a la energía punk.
Con Attaque también se vive una suerte de “argentinidad al palo”.
 
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