ESPECTáCULOS
› ALEJANDRO PAKER, MARTIN PIÑOL, MARIONETISTAS DEL PENE
“Hacemos humor, desnudos”
La dupla estrena esta noche un curioso espectáculo humorístico en el que las estrellas son sus órganos viriles.
› Por Emanuel Respighi
A dos meses de haber sido seleccionados como pareja protagónica de Marionetas del pene, Alejandro Paker y Martín Piñol ya no dan cuenta de ningún tipo de inhibiciones ni prejuicios a la hora de mostrar sus genitales. Al menos, eso es lo que se pudo percibir en la sesión de fotos que los actores realizaron para la entrevista con Página/12, en la que los muchachos se pasearon sin ningún prurito como Dios los trajo al mundo frente al fotógrafo. Y también delante de la espontánea platea de transeúntes que, absortos, se fueron agrupando a través del vidrio del lugar en el que Paker y Piñol posaban con suma naturalidad a cuerpo desnudo. Algunos miraban sin vergüenza y frunciendo el ceño, como quien analiza una obra de arte. Otros observaban de reojo. Pero hubo un denominador común: nadie dejó de mirar a la dupla que desde esta noche encabezará un espectáculo de humor en el que los actores hacen toda clase de figuras con sus órganos viriles. Un espectáculo, al menos, extraño. “Pero muy divertido”, aclaran, a dúo, los protagonistas.
“Curioso”, “polémico”, “zafado”, “desopilante”: ésos son algunos de los adjetivos que Marionetas del pene (viernes y sábados a las 22, domingos a las 21, en Niceto, Niceto Vega 5510) viene recibiendo de parte de la crítica especializada de Italia, España, Rusia, Islandia, Estados Unidos, México, algunos de los disímiles lugares del mundo en los que se presentó la obra. El espectáculo, originario de Australia, presenta a dos actores sobre el escenario que, completamente desnudos, realizan monólogos de humor, mientras manipulan sus genitales con sus manos haciendo figuras variadas. “Pero no se trata de un show pornográfico ni erótico. Tampoco un espectáculo en el que los protagonistas son los penes. Es un show de chistes y monólogos. Las marionetas sólo apoyan lo que decimos en el escenario”, aclara Paker.
La versión local de Marionetas... es una adaptación de Martín Rocco (Cómico stand up 2) y Campi (Videomatch y Los Roldán), quien también es el director. Pese a lo que se puede suponer, el espectáculo que se verá desde esta noche no tiene mucho que ver con el original. “Los espectáculos extranjeros eran más cuadrados: una sucesión de marionetas con las que la gente se reía. En cambio, acá hay muchos monólogos y chistes, divididos en distintas escenas, como Animal planet y Canal gourmet, cada una con sus respectivas marionetas”, señala Paker. “La hamburguesa”, “el Gollum”, “la otra mujer”, “el caracol”, “el nahuelito”, “hot dog”, “el monstruo del Lago Ness”, “el hornero” y “Torre Eiffel” son algunos de los nombres de las marionetas que se presentan en el espectáculo, que cuenta con dos figuras autóctonas: “el nido del hornero” y “el mate”.
–Al momento de ir al casting de una obra para hacer marionetas con el pene, ¿qué se les cruzó por la cabeza? No era un casting más...
M.P.: –Al principio, cuando me enteré de la propuesta, me pregunté: “¿Que voy a ir, a tocarme el pene adelante de todo el mundo?”. El desconocimiento me daba cierta desconfianza. Hasta que empezaron las selecciones del casting: la primera vez me pidieron que llevara algún monólogo propio y en la segunda me dieron uno de ellos que me gustó mucho. Ahí me relajé, me di cuenta de que se trataba de una propuesta teatral. Caí en la cuenta de que el acento estaba puesto en los monólogos. De hecho, hasta el final no hubo marionetas en el casting.
A.P.: –Por más que sabía de qué se trataba, al principio entré con cierto escepticismo. Y también con algo de miedo, por trabajar con los genitales de cada uno. El actor está acostumbrado a ponerle el cuerpo a la actuación. Me preparé en la peneflexia como si me hubiese preparado en danza para caracterizar a un personaje que bailara. Lo tomé del lado profesional: en vez de las manos o los gestos, que igualmente están presentes en la obra, lo importante es usar el pene y los testículos.
–¿Les costó más esta preparación que para otras obras?
M.P.: –Lo que más cuesta es vencer el prejuicio de actuar desnudos. En el escenario hacemos lo mismo de siempre: actuamos. Lo único era superar el prejuicio de estar desnudo en el escenario tocándome los huevos. Porque da impresión tocarse los huevos: uno no está acostumbrado. La técnica de la peneflexia pareció imposible de hacer el primer día, pero el australiano que nos vino a entrenar nos tranquilizó diciendo que “la práctica hace a la perfección”. Yo no sabía que los huevos pueden girar 90 grados. Cuando lo leí en el manual de instrucciones pensé que había un error. Pensé que me rompía los genitales.
A.P.: –Yo no soy prejuicioso con el asunto de la desnudez. Había hecho laburos en los que tuve que estar desnudo. Y acá no queda otra. Al principio tuve impresión: había zonas en las que yo no me tocaba tanto. Antes sólo me tocaba para masturbarme. Después de las primeras figuras que hicimos nos ardía el escroto. Ahí empezás a fabular: que se te va a caer en el escenario, que vas a quedar impotente, muchas fantasías.
–¿En qué consistió el adiestramiento que vino a ofrecer Simon Morley, uno de los creadores del espectáculo?
M.P.: –Nada muy complicado. Nos juntó a todos en una ronda, nos pusimos en pelotas y empezó a hacer figuras, que nosotros imitábamos como nos salieran. Y él nos iba corrigiendo: “el dedo ponelo así”, “el escroto estiralo para allá”... Pero lo más gracioso era que estábamos como diez hombres tocándonos la pija con una seriedad asombrosa en relación con la situación, sin risas ni chistes de doble sentido. Fue una clase técnica.
–¿Antes de salir al escenario se necesita una preparación especial?
M.P.: –Hay un precalentamiento con el pene, que no consiste en mirar pornos ni fotos de minas en bolas... (risas). El precalentamiento consiste en estirar el pene, el escroto y los testículos para que el músculo se desentumezca, logrando la flexión y el calor necesario para no lesionarte.
–¿Una puesta de esta clase no puede parecer agresiva para el público?
M.P.: –A priori puede parecer agresivo, pero es un espectáculo de humor. No nos vamos al carajo. A los 10 minutos la gente se olvida de que estamos en pelotas, porque justamente nosotros nos olvidamos también. La gente no ve dos penes en el escenario: ve dos humoristas desnudos.
A.P.: –Como estamos tratando la desnudez, no es una obra agresiva o chabacana. No somos strippers que te pasan el pene por la cara o te pegan en la cabeza. Nosotros nos reímos de nuestros cuerpos desnudos y de quién la tiene más larga. La gente se relaja. La propuesta no va desde lo erótico ni de lo pornográfico.
–¿Creen que el show sirve para que la gente se encuentre con la sexualidad de otra manera?
A.P.: –Para el caso de los caballeros, sirve para desmitificar la cuestión de la dotación. Uno puede hacer reír con algo grande y algo chico. Sirve para reírse de los genitales. Hay un tabú muy grande con el tema de los genitales: causaron polémicas obras como Monólogos de la vagina y Monólogos del pene. Y los genitales están: son parte del cuerpo y no hay por qué negarlos. Y mucho mejor si nos reímos de eso.
M.P.: –Porque además estamos todo el tiempo en nuestras vidas hablando de sexo. Lo que pasa es que los argentinos somos un poco reprimidos. Por eso creo que Marionetas... es, de algún modo, un espectáculo liberador.