ESPECTáCULOS
› FITO PAEZ FESTEJO EN ROSARIO SUS VEINTE AÑOS COMO SOLISTA
El gran regreso de un rosarigasino
En el teatro El Círculo, donde debutó en septiembre de 1984, celebró junto a Spinetta, Fabi Cantilo, Baglietto y Goldín, entre otros.
Fiesta rosarigasina: en el mismo teatro El Círculo donde comenzó a rodar su vida como solista, Fito Páez celebró sus dos décadas de trayectoria con un show de tres horas y cuarenta minutos en el que repasó temas de toda su carrera, junto a músicos amigos como Luis Alberto Spinetta, Juan Carlos Baglietto, Rubén Goldín, Fabiana Cantilo y Liliana Herrero, entre otros. Ataviado con un impecable traje azul con finas rayas naranja, camisa blanca y corbata, Páez largó el festejo con el Tema de Piluso, mientras una foto de Alberto Olmedo recordaba las meriendas de los treintañeros desde el fondo del escenario. “Cerca, Rosario siempre estuvo cerca”, cantó Páez mientras todo el teatro vibraba, cómplice. Mientras, toda una ciudad lo seguía en directo por televisión, ya que las entradas para el show se agotaron en pocas horas y el festejo debía ser compartido. En Buenos Aires habrá una suerte de revancha mañana a las 18, cuando Páez se presente –gratis– en los festejos por el 338º aniversario de Quilmes, en el escenario ubicado en Alberdi y Pringles de esa ciudad (se reciben libros y útiles para las bibliotecas populares del distrito).
En los palcos del teatro, los tíos de Páez colgaron una bandera que decía “Gracias por estos 20 años”. Por ahí andaban Romina Ricci, la mujer del músico, y Margarita, la hija de ambos. Fito recordó aquel 7 de septiembre de 1984 en que se plantó por primera vez en el centro de la escena, tras haber sido pianista y compositor en la banda de Baglietto. Hacia el final, y a tono con un espectáculo llamado Veinte años no es nada, desafió: “Estamos más gordos y más viejos, pero no perdimos las mañas”. Las mañas de Fito son las postales de locura ordinaria, divorcios, políticos, mundos de tercera, pibes sin calma, represores, amores y amigos. O sea, las canciones, que tienen tanto de su propia historia como de la de un par de generaciones de argentinos.
No quedó un disco sin repasar, aunque sin orden cronológico propio de bibliotecarios: al principio sonaron Cacería, Al lado del camino, Volver a mí, Un vestido y un amor y Tres agujas, cuya belleza no envejece pese a que ya tiene más de veinte años (salió en Del ‘63, el primer disco de Páez). La banda que lo acompañó fue la misma que puede verse en el flamante DVD Naturaleza sangre en vivo en el Gran Rex: Gonzalo Aloras (guitarra), Javier Lozano (teclados), Jota Morelli (batería), Carlos Vandera (teclados y guitarra) y Guillermo Vadalá (bajo). Fabiana Cantilo, que fue pareja de Fito, fue la primera invitada. Juntos hicieron Cantando hasta que se vaya la noche y Nada es para siempre. Otras dos damas llenaron el espacio de El Círculo con sus voces: Claudia Puyó en El amor después del amor y Liliana Herrero, que cantó Vengo a ofrecer mi corazón acompañada por el piano de Fito. Pero el momento más trascendente de la noche fue cuando éste presentó a “uno de los artistas más grandes del mundo”: Luis Alberto Spinetta, ídolo de su juventud y compañero de aventuras en La la la. Aunque no hicieron ninguna canción de ese disco (del que se comenta que habrá una segunda parte), se repartieron las composiciones: tres de Fito (El centro de tu corazón, Bello abril y Las cosas tienen movimiento), tres del Flaco (Resumen porteño, Despiértate nena y Me gusta ese tajo). “A tu lado no importa ser un aprendiz veinte mil veces más”, obsequió Spinetta a su amigo tras un abrazo efusivo.
En medio del repaso de temas propios, Fito hizo lugar para un par de versiones conmovedoras. Una fue Desarma y sangra, de Charly García, tal vez el gran ausente de una noche repleta de amigos del rosarino; la otra, el tango La casita de mis viejos, en un nuevo guiño a Rosario. A la hora de la devastadora Ciudad de pobres corazones ya no había traje ni corbata: en remera y zapatillas, el cantante volvió a rugir de dolor por los asesinatos de su abuela y su tía abuela, quienes lo criaron. Hay que recordar que Páez ya había perdido a sus padres, a quienes homenajeó con Parte del aire, el primero de los siete bises en el concierto del martes. El final de fiesta fue con el principio; esto es, con las canciones que compuso para Baglietto antes de largarse como solista. El propio Baglietto y Rubén Goldín acompañaron a Páez en Actuar para vivir y La vida es una moneda (con el resto de los invitados). Era casi la una y media del miércoles: trasnochó Rosario para que uno de sus hijos dilectos soplara velitas y les diera, una vez más, alegría a los corazones.