ESPECTáCULOS
› MUSICA RUDI Y NINI FLORES, DE CORRIENTES A PARIS, PASANDO POR BUENOS AIRES
“En Europa, nuestra música es exótica”
Por Cristian Vitale
“¿Ustedes son Rudi y Nini Flores? Ay, ¡qué emoción! Qué bueno que volvieron.” La aparición espontánea de una chica interrumpe la entrevista con Página/12 y los transforma por segundos en verdaderos losers del chamamé, ante el anonimato general. Justo ellos, chamameceros correntinos que hace 10 años están tratando de globalizar el legado de Isaco Abitbol y Tránsito Cocomarola en Europa, se vienen a topar con una fan emocionada en un bar de Belgrano y Chacabuco. El diálogo es breve, rápido, pero alcanza para que Rudi infle el pecho y de paso difunda, mediante el viejo método cara a cara, las cuatro fechas que tienen previsto hacer durante todos los miércoles de diciembre –menos el 8– en Clásica y Moderna. “La idea es no alejarnos del público argentino y parece que nos sale. Por eso volvemos al menos una vez por año, aunque está muy fuerte en nosotros la idea de volver definitivamente”, dice.
Hijos del bandoneonista santafesino Avelino Flores, Rudi y Nini (guitarrista y acordeonista) conformaron hace más de 15 años una atípica formación de chamamé y, luego de cinco años de peregrinaje sin anclaje entre Corrientes y Buenos Aires –más allá de la participación en los encuentros de la Alternativa Musical Argentina junto a Juan Falú y León Gieco– decidieron probar suerte en Francia. “Recién ahora se nos está abriendo el camino como pretendíamos. Nos contratan desde asociaciones o entidades gubernamentales para tocar en centros culturales o vamos a colegios explicando nuestra cultura y música, pero costó armar el circuito”, admite el hombre nacido en Mburucuyá.
–¿Por qué se fueron?
–Por aventura más que por trabajo. Queríamos conocer otros ritmos y culturas, y también difundir lo nuestro. Pero decidimos quedarnos por la aceptación que tiene el chamamé allá.
La propuesta del dúo cruza a la tradición con valseados y temas propios como Costa Azul y uno en especial que denota el desarraigo: Por caminos lejanos (1996), incluido en la serie Guitarras del mundo. “La verdad es que extrañamos la pesca y la siesta correntina. Pero tenemos yerba, carne y estamos en contacto con un círculo de amigos latinoamericanos que nos ayudan a pasarla mejor. Volveríamos a vivir a Corrientes con el río, el ritmo, los amigos y el calor. Lástima que no estén dadas las condiciones.” Ninguno formó familia ni tuvo hijos en Francia y los dos se declaran manifiestos admiradores del tango, la bossa nova y la música paraguaya.
–¿Cuál es la química que existe entre el público francés y una música tan regional como el chamamé?
–El chamamé tiene un efecto especial por la particularidad de su ritmo, que entra rápidamente en la gente por la alegría y la belleza de sus melodías. Para ellos, belgas, suizos y alemanes, es una música exótica. En ninguno de estos países se conoce realmente el chamamé, más allá de lo que lleva hecho Raúl Barboza como impulsor o, en menor medida, el Chango Spasiuk. Nosotros y Barboza somos los únicos chamameceros en París.
–Es recurrente la discusión entre quienes defienden la tradición y los que optan por la innovación en el género. ¿En qué punto se ubican ustedes?
Nini Flores: –Lo nuestro es una mezcla. Si bien es cierto que hay timbres, sonidos nuevos en lo que proponemos, también están presentes las raíces. Lo diferente es que no somos una formación típica. Respecto del resto, no creo que estemos lejos de la tradición.
Rudi Flores: –Es que crecimos en un medio donde el chamamé se escucha todo el tiempo. Aprendimos a tocarlo tal cual es, escuchando a los grandes intérpretes. Eso quedó para siempre en nosotros, es una influencia que jamás dejaremos de lado. Aunque quisiéramos cambiar nuestra forma de tocar, el chamamé siempre va a estar presente de alguna forma. Simplemente innovamos con arreglos y frases con la idea de hacerlo más interesante, pero es algo natural y no premeditado. Jamás lo pensamos así.