Sáb 04.12.2004

ESPECTáCULOS  › LA KERMEX, EL CICLO DE AMERICA QUE CONDUCE MEX URTIZBEREA

Con sabrosa desprolijidad

El programa propone un lenguaje nuevo y rompe el molde previsible con invitados especiales que se suman al juego de Mex.

› Por Emanuel Respighi

Muy de vez en cuando, la televisión suele sorprender a los televidentes con el lanzamiento de algún programa que rompe con el rígido formalismo con el que se maneja un medio que suele preferir lo malo conocido que lo bueno por conocer. En el último tiempo, Cha Cha Cha, Los simuladores o Resistiré se ubicaron en el grupo de ciclos que –aunque utilizando disímiles herramientas– lograron quitarse el agobiante corset televisivo, inaugurando lenguajes renovadores para la pantalla chica. En esa misma línea puede colocarse también a La kermex (sábados a las 23, por América), el ciclo artístico-humorístico que conduce el freak Mex Urtizberea. Un programa que combina creatividad, humor y caos en dosis dispares, pero que logra mantener una atmósfera en la que la improvisación está a la orden del día, creando el clima propicio para el goce y la distensión no sólo de los espectadores, sino también de quienes hacen el programa y de los invitados al piso.
Intentando recobrar con cierta añoranza y mucho humor el espíritu lúdico de las tradicionales kermesses de barrio, La kermex no es otra cosa que un anárquico espacio creado con la única idea de pasar (y hacer pasar) un buen momento. Despojado de toda fórmula probada, el ciclo avanza en una especie de “falso vivo” en el que cualquier cosa puede ocurrir, pero que siempre será divertida y le arrancará al espectador una sonrisa, sino una carcajada. Porque más allá de los altibajos que rodean a La kermex, propios de su voluntaria no-estructura, el ciclo logra entretener a partir de una propuesta simple: alejarse de toda rigidez televisiva.
Haciendo gala del humor absurdo que despuntó en ciclos como Cha Cha Cha y Medios locos, Urtizberea se convierte en el anfitrión ideal del programa. Nadie mejor que él para bastonear una “kerme-
sse televisiva”, en la que invitados, productores y público se mezclan en un estudio decorado al tono con la propuesta. En todo caso, es el mismo genio caótico y enérgico de Urtizberea el que permite crear una atmósfera distendida. De hecho, que buena parte de los invitados que hasta el momento pasaron por el ciclo sean figuritas televisivas difíciles (Andrés Ciro, la primera presentación televisiva de Pericos sin el Bahiano, Roberto Fontanarrosa) se debe exclusivamente al carisma natural de Mex.
Prueba de ello, también, es que en La kermex se puede ver a los invitados en una faceta desconocida. Así, en las primeras emisiones se vio a Rodrigo de la Serna cantando un tango; a la Bersuit Vergarabat versionando Samba de mi tierra, de Litto Nebbia; al Pupi Zanetti cantando un tema de Eros Ramazzotti y la canción Como Alí, a capella con Andrés Ciro; al canciller Rafael Bielsa tocando la guitarra y cantando un tema de Serrat; o a Pericos haciendo su propia versión del tango Por una cabeza. Rarezas musicales que se suman a la fina labor de la banda en vivo, uno de los puntos fuertes del ciclo.
Justamente allí donde reside su mayor inconveniente (la desorganización que reina en el ciclo) radica también su mayor logro. El caos constante de La kermex permite abrir una grieta dentro de la previsibilidad televisiva. Aquí, en cambio, el caos es el tono general. No es casualidad, entonces, que el programa parodie la locura por el rating. Menos aún que las falsas productoras le avisen al conductor, mediante un rating instantáneo, que la audiencia cae en los momentos más jugosos del ciclo y que repunta en aquellos en los que las miserias de los invitados y el escándalo se hacen presente.

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