ESPECTáCULOS
› TEO, CAZADOR INTERGALACTICO, DE CARLOS BAYO
Unos dibujitos desanimados
› Por Martín Pérez
La tira de Mafalda que mejor define a uno de sus personajes principales, el de Susanita, es una en la que ésta habla de las fastuosas cenas de caridad organizadas por su madre. “Para comprarles a los pobres fideos y esas otras porquerías que comen ellos”, según explica. Algo parecido se podría decir de Teo, cazador intergaláctico, un dibujo animado argentino que disfrutó de las mieles de una coproducción con España para dar como resultado algo que, parafraseando al personaje de Quino, sólo puede ser considerado como una porquería animada de esas que parecen consumir los chicos.
Con una animación esmerada pero que no parece estar a la altura del desafío de la pantalla grande y voces chillonas que semejan a las que ponen aquellas tías o abuelas al hablarle a los niños al tiempo que se les prenden del cachete, Teo, cazador intergaláctico es uno de esos productos en los que justamente poco parece importar el destino del producto final. Con un guión que roba descaradamente personajes de las series del Cartoon Network y un dibujo que recuerda todo el tiempo que los trazos de aquel canal de cable lucen mucho más lindo (¡y en la pantalla chica!), Teo termina haciendo añorar a cualquier trabajo de García Ferré, más que nada porque parece seguir sus lineamientos, pero siempre con el aliento de una mala copia.
Su historia narra las aventuras de un adolescente espacial del planeta Sauracia, que decide venir de caza a la Tierra. Pero, claro, el cazado será él. Llena de diálogos interminables y un trabajo de animación que intenta hacer más por menos, Teo... es un producto ciertamente impresentable, ni siquiera para poner al lado de esas seudo-porquerías que ciertos adultos preocupados sólo por las coproducciones piensan que consumen los niños.