ESPECTáCULOS
› DVD DE LA BERSUIT VERGARABAT
Un nuevo capítulo para la leyenda del rock sin cabeza
De la cabeza con Bersuit... muestra a la banda de Gustavo Cordera en vivo en 2001, con perlitas viejas y actuales.
› Por Fernando D´addario
El flamante DVD De la cabeza con Bersuit Vergarabat, grabado en vivo en noviembre y diciembre de 2001, puede verse hoy como el testimonio más contundente de la banda antes de todos los estallidos: el del propio grupo, condenado al éxito después de diez años de derrotas y conflictos existenciales; el del país, que respondió con fidelidad fatal a las predicciones del Pelado Cordera y tantos otros, y, por último, el del mismo rocanrol, golpeado en la médula por la reciente tragedia de Cromañón. Ver y escuchar a la Bersuit en ese contexto de ascenso inexorable (el suyo) y caída libre (la de Argentina), con bengalas y pogo como escenografía vital, invita a recorrer un camino de contradicciones y ambigüedades. El camino de un grupo que, en muchos aspectos, expresa en sí mismo esa Argentinidad al palo (tal vez hubiese sido más preciso hablar de una “porteñidad al palo”, pero ya es tarde) diagnosticada el año pasado en formato de CD.
Pero ya antes de que esa argentinidad freak le estallara en las manos, había una Bersuit equívoca y bizarra, que De la cabeza.... retrata con desprolijidad minuciosa. Empieza con la arenga del público, baja el tono con la conmovedora versión de El tiempo no para (de Cazuza) y vuelve a subir con el grotesco de El gordo motoneta. La ceremonia fluctúa entre el inconformismo jodón de Tuyú (himno festivo de aquel iniciático Bersuit Vergarabat y punto, de 1992) y la furia revolucionaria de Sr. Cobranza, con la pavada de La petisita culona como nexo. Todo era (es) válido para la banda del sur bonaerense. Una coctelera de cumbia, rocanrol, bossa, candombe, murga y ska, subsidiaria de otras mixturas, canalizadas a través del torbellino ideológico de la banda. Progresismo y poesía barrial, pasados por el cinismo de los ’90.
La segunda parte del DVD, formalmente presentada como capítulos “extras”, completa el cuadro y proyecta a la Bersuit en su dimensión histórica. Desde las imágenes de backstage (evidentemente, Cordera y cía. tocan como viven, a juzgar por sus afinidades gastronómicas) hasta el clip de La argentinidad al palo filmado por Jorge Lanata, muestran el crescendo de un grupo que llegó caóticamente a la masividad. Hay quienes sostienen que esa canción –que resultó funcional al clima de optimismo k transmitido por los medios el año pasado– marca la claudicación política de la Bersuit, en tanto se sube a una burda apología nacionalista. Otros, menos puristas, admiten la trivialidad populista del tema (que enumera, en procesión indiferenciada, el dulce de leche, el Che, Cavallo, el río más ancho del mundo, Favaloro, la birome y el propio Cordera, como signos de “lo argentino”), pero lo enmarcan dentro de la naturaleza pendular de la banda: un flirteo permanente entre la demagogia y la denuncia irónica. A la Bersuit nunca se sabe cuándo hay que creerle.
De la cabeza con... (grabado en el estadio Obras el 17 de noviembre de 2001, salvo tres temas registrados en Showcenter de Haedo el 14 y 15 de diciembre del mismo año, una semana antes de la caída de De la Rúa) tiene todos los condimentos de un cuadro de época. Como tal, juega con el tiempo, yendo para atrás –los viejos fans disfrutarán a pleno con el clip histórico de Diez mil, que deja ver al gordo Rubén Sadrinas acompañando en las voces al Pelado Cordera– y anunciando al futuro. Los documentales Libertinaje e Hijos del culo, incluidos en este trabajo, completan lo que podría entenderse como una “explicación” anticipada del fenómeno Bersuit; allí los músicos intentan describir el rumbo de un grupo que nunca respetó un camino definido, más allá de los intentos normalizadores del productor Gustavo Santaolalla. Quizás en esa involuntaria estética del caos haya que encontrar las razones de su merecido ascenso en la pelea por la supervivencia rockera. Pero su éxito actual no responde a una fría selección natural (hay quien dice que el darwinismo no se verifica en elrock argentino, porque involuciona): es producto de esa locura lúcida que se transformó en un sube y baja de canciones al palo, viñetas descriptivas de una extraña anomalía llamada Argentina.