Jue 02.05.2002

ESPECTáCULOS

¿Para dónde estábamos mirando mientras nos quedábamos sin país?”

El cineasta Eliseo Subiela estrena hoy en Canal á un ciclo de unitarios de ficción, que define estilísticamente como de “realismo sospechoso”.

› Por Patricia Chaina

En tiempos de crisis, que un canal de cable apueste a más “es un milagrito”, dice Eliseo Subiela. El entusiasmo del cineasta tiene que ver con el ciclo de cuatro unitarios para TV que, bajo el título de Historias de no creer, comenzará a emitirse a partir de hoy. “Lo importante es que detrás de esto está lo que más falta en este país: un proyecto. Acá hay un proyecto empresarial para convertir a la Argentina en centro de producción audiovisual para Latinoamérica. Tenemos mejores actores, buenos técnicos, y, por los efectos de la crisis, estamos más en precio.”
Los cuatro episodios que componen “Historias de no creer” se emitirán por Canal (á) los jueves a las 22 (repite sábados a las 19 y domingos 23.30). Hoy se verá “Relaciones carnales”, una historia de amor obsesivo interpretada por Dolores Fonzi y Alejandro Awada. El próximo jueves se emitirá “Angel”, que recurre al registro documental para contar la caída de un ángel a una villa. El marco es por demás realista: se graba en la Villa 21, de Barracas-Parque Patricios, e incluye a gente del lugar entre los actores. El jueves 16 se verá “¡Qué risa la muerte!”, protagonizada por Gabriel Goity. Cuenta la muerte de un hombre que se cae del sistema al pasar de pequeño empresario a remisero, y muere de tristeza. Pero vuelve para vengarse de los políticos que considera culpables de su suerte. Por último, el jueves 23 será el turno de “El destino de Angélica”, donde se narra la historia de una voluntaria de un geriátrico y su perro.
–¿A qué género responden los episodios y qué tienen en común?
–Intenté mostrar cuatro historias con estilos distintos como ejercicio para divertirme y aprender. El título da una pista del tono. Son historias donde pasan cosas de no creer sin llegar a ser fantásticas. Es lo menos fantástico que hice hasta ahora. Y tienen en común ese registro que yo llamo “realismo sospechoso”: Parece que está todo bien, pero no... Dos son falsos documentales, en un geriátrico, el Hogar Israelí de Burzaco, y en una villa, la Villa 21, que incluyen la experiencia de trabajar con gente del geriátrico y de la villa.
–¿Cuál es, más allá del ciclo, su percepción respecto a esta crisis?
–Están pasando cosas nuevas, ya es auspicioso. Creo que si uno sobrevive a las crisis, sale fortalecido, me ha pasado en lo personal y creo que pasa con los países. Pero el tiempo individual no es el de un país. Diez años para un individuo es mucho, para un país es poco. Sin embargo ya no se puede decir que la gente no reacciona. Ahora el desafío es transformar la furia en algo productivo.
–En ese marco, ¿qué puede esbozar como expectativa?
–Me gustaría que se demonizara menos a los políticos para que no volvamos a cometer el mismo error: “Los corruptos son los otros”. A estos políticos los parió esta sociedad. Los votamos. Gracias a Dios en la Argentina hace tiempo nadie gobierna por un golpe militar. También me preocupa y me incluyo en la autocrítica: ¿Adónde estábamos mirando mientras nos quedábamos sin país? Me temo que haya sido a la vidriera de la misma juguetería que mirábamos mientras desaparecían treinta mil tipos.
–Hay quienes sostienen que esto empezó con el menemismo. Usted estuvo relacionado con el ex presidente Menem, por un proyecto cinematográfico.
–Esto empezó bastante antes. De todos modos, nunca declaré ser menemista. Acepté una invitación del presidente y mi adhesión fue en todo caso personal y esotérica, porque recuerdo haber dicho que estaba fascinado con un presidente que llamaba a un cineasta para hacer un proyecto que el cineasta amaba, una historia de la guerra de la Triple Alianza. Me da bronca porque no se concretó, entre otras cosas porque no entré en ningún manejo de poder. Fui ingenuo pero honesto. No me arrepiento. Si me hubiera llamado Videla no iba, pero era un presidente democrático. Reconozco que también estuve distraído, y eso me asusta. Mi conclusión económica después del último proceso democrático fue desastrosa. Y la primera vez que me negaron un crédito en el INCAA fue con la administración Menem (se refiere a Las aventuras de Dios, todavía no estrenada en la Argentina).
–¿Será por no haber sabido aprovechar sus aproximaciones al poder?
–Mis aproximaciones al poder son nefastas. Y aun cuando sigo creyendo que Menem es el político más talentoso que hubo en las Argentina en los últimos treinta años, técnicamente, y que era una persona fascinante en lo personal también, confieso que me enojé con él. Sentí que me defraudó con este proyecto y que le hizo mucho mal al país. Si lo encuentro se lo diría porque tuve una relación franca con él, se lo diría para que lo discuta.

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