ESPECTáCULOS › ANTE UNAS 50 MIL PERSONAS, FATBOY SLIM ENCABEZO EL NOKIA TRENDS EN MAR DEL PLATA
Bailando con los pies hundidos en la arena
El dj inglés fue la estrella de la primera súper fiesta dance del año, caracterizada por un poderoso aparato promocional, estrictas medidas de seguridad y veda alcohólica. Bajo la lluvia, el encuentro gratuito en el balneario El Alamo evidenció también nuevos hábitos y códigos juveniles, marcados por la pertenencia a la llamada cultura electrónica.
Por Yumber Vera Rojas
Desde Mar del Plata
Mesías del dance, los franceses Daft Punk bien supieron definir en el entonces recién develado nuevo milenio ese instante de reciprocidad entre el podio y la pista. El corte Harder, Better, Faster, Stronger encierra justo ese momento, el mismo que vivieron una y otra vez durante el sábado medio centenar de miles de personas en la playa El Alamo, en Mar del Plata, en el Nokia Trends: el evento que trajo de vuelta a Norman Cook a la Argentina tras tres años de su primera visita en la disco Pachá –y que inspiró a Los Piojos para darle vida a Como Ali–. El alter ego del inglés desata la histeria colectiva. Fatboy Slim es la euforia hecha DJ, el capo de La Doce, el inglés que sufrió un déjà vu latino, la encarnación de la frivolidad del rock star. Es un todo en uno que se desprende en dos y en tres. Levanta las manos en el medio del esplendor de la noche estimulando el jolgorio eterno y absolviendo de toda culpa el promiscuo, tribal, grupal y personal primor de bailar al son del descontrol.
Pese a la novedad de su disco Palookaville o de la garantía del aclamado You’ve Come a Long Way, Baby, el set de Fatboy Slim estuvo más cerca de las canciones de otros. No era novedad ni sorpresa, sus dos discos en vivo editados en 2002, Live on Brighton Beach y Big Beach Boutique II, lo advirtieron. Y es que parece un fetiche de los productores-DJ tomar distancia de su obra. En una de sus visitas a la Argentina, el galo Kid Loco manifestó que le parecía más entretenido y divertido tocar cortes que no formaran parte de su autoría. La misma actitud la comparte Cook, quien el viernes señaló: “Soy amigo de la música de otros. Como DJ no es divertido tocar tu propia música. Es como un incesto. Pongo algunos de mis temas para justificar mi presencia”. Entonces, se distanciaba de los ritmos contracturados, rockers y a la vez enraizados a las cadencias afroamericanas que habían definido su tez. “Esas son muchas categorías para describir lo que haces. Esto es sobre bailar, divertirse y pasársela bien. No importa qué tipo de música es”.
El nativo de Bromley lideró en esta oportunidad la delegación inglesa, conformada además por el progresivo mainstream de Touché y la osadía experimental de la dupla ya casi local Layo & Bushwacka!, en una tarde tempestuosa y en un trozo de la itinerante noche. Con el tiempo en contra, al criollo Aldo Haydar le tocó dar la bienvenida. En la medida que se avecinó la lluvia, su performance cobró vigor. Justo el momento agudo de su set se produjo en medio del temporal. Alrededor de las dos y media de la tarde, y con un Golden Circle –el exclusivo recinto al que podrían acceder sólo 10 mil personas– apenas engordando, disparó dosis de progressive house con personalidad climática. Encontró el equilibrio entre los puntos altos y los calmos. Pese a su trayectoria, sorprendió incluso a los más escépticos que esperaban otro nombre de la noche pistera porteña. Al final de su presentación, Haydar comentó: “A pesar de que se piensa lo contrario, el progressive ha evolucionado. Eso no es un misterio. Antes me dediqué más al rol como DJ, pero ahora empecé a producir. La escena está muy abierta. Un monopolio acá puede durar muy poco”.
Aldo Haydar dejó el patio caliente para Theo Keatin, el hombre detrás de los contundentes The Wiseguys. Ahora amparado en el a.k.a. DJ Touché, el inglés aprovechó la primera media hora para agitar la masa con la arena hasta los talones. Sin embargo, cayó en un progressive monótono que tuvo que recurrir al ahora lugar común de los DJ británicos de las relecturas de los temas iconos del pop y el rock. El termómetro subió con las pistas del Hollywood de Madonna y el Sweet Dreams de Eurythmics. Una salida del monseñor Norman Cook para saludar al público que lo estaba esperando llevó más arriba la adrenalina, y sobre los yeites de You Shook Me All Night Long de AC/DC pudo remontar una dura cuesta. Situación distinta vivió el binomio Layo & Bushwacka!, que se distanció de las cadencias previas para enganchar borbotones de nu break y funky break y pasearse luego por el techno y por el techhouse. Mientras tomaba impulso la performance que había iniciado Layo Paskin, un problema técnico detuvo el set. A la vez que una voz en off advertía: “Cinco minutos y no hay lluvia”, aunque la llovizna y el constante goteo se convirtió también en el protagonista del Nokia Trends. El evento, de un costo de 200 mil dólares, según el propio organizador Daniel Grinbank, demuestra el notable acercamiento del empresario no sólo con la electrónica –Massive Attack en el primer trimestre del año pasado, el Personal Fest o The Chemical Brothers en el último dieron muestra de ello– sino con Pachá y su entorno.
No obstante el alto, Layo & Bushwacka! pudo retomar el mismo ritmo propuesto desde el inicio. Contundencia y prolijidad caracterizaron su show, que fue retomado por Matthew Bushwacka, donde la improvisación acertada fue la constante. A lo que se sumó una cuota de riesgo tomando en cuenta que el funky breakbeat no es un ritmo popular en la Argentina. Supieron alternar su obra con la ajena, y darle coloración. Oscilaban de los bajos del Billie Jean de Michael Jackson a la resequedad del Seven Nation Army de The White Stripes con un particular arte para la seducción. Controlaron al público a su placer, aunque también se permitían participar en la emoción de éste. Y es que quizá estén más cerca de la originalidad y la personalidad de la electrónica alemana. Al respecto, Layo Paskin dijo: “Nuestra música deambula por un abanico amplio de géneros, pero seguimos siendo nosotros. Si bien en Inglaterra Fatboy Slim y Basement Jaxx son muy populares, la electrónica alemana penetra cada día más. El futuro de la electrónica está en la música underground porque ofrece un amplio número de variantes”. En medio del cierre de la dupla, Norman Cook apareció para saludarlos, tocar con ellos y hasta hubo tiempo para una foto.
El productor y DJ inglés, haciéndose del sabor playero desde ya en su estética –representada en sus camisetas floreadas al mejor estilo hawaiano–, dio la bienvenida, alrededor de las 8 de la noche, a su público –al mar naranja del Golden Circle, a los que estaban tras las verjas del recinto y a los que estaban divisando el espectáculo cerca de la orilla de la playa– con toda la dulzura del soul. Suficiente para que la lluvia desapareciera del todo. Fatboy Slim mostró en esta ocasión un set dividido en dos partes: uno abocada hacia los ritmos más cercanos a la idiosincrasia sudamericana entre los que despuntaba en el funky house, el funky break y hasta hubo espacio para el samba de tonada housera. En el medio de este menjunje, y de manera exquisita y minuciosa, trabajó el súper clásico de los 80 de The Bangles: Walking Like an Egyptian. Y de su repertorio propio, sólo dio cabida al hermoso Love Island.
La segunda porción de su presentación estuvo signada principalmente por el progressive, con muchos puntos en común con sus dos álbumes en vivo. Indudablemente, es un mago de los escenarios. Es el frontman que todo DJ, pese a su tímida ubicación tras la cabina, quisiera ser. Es el arengador al que todos quisieran contratar. Es un espectáculo aparte de su música. Es la fiesta personificada. Y así como en los recitales del rock, el público pidió un bis: nuevamente acudió, aunque en un formato rap, al Seven Nation Army de The White Stripes y a otro himno, esta vez suyo, el Praise You de You’ve Come a Long Way, Baby. Justo después, la lluvia volvió a arreciar. Norman bendito. Primer súper fiesta dance del año: con los pies hasta el fondo de la arena.