Sáb 04.05.2002

ESPECTáCULOS  › ASI ES “INFLUENCIA”, EL NUEVO DISCO DE CHARLY GARCIA

“Para venderme, prefiero morir”

El trabajo presenta las canciones más redondas, pegadizas y poderosas que haya compuesto desde la época de “Chipi chipi bombón” y “La sal no sala”.

› Por Esteban Pintos

Son diez nuevas canciones, contando dos versiones y un instrumental. El resto se completa con una remezcla vocal de una canción que figura en el mismo CD y dos versiones de otra en igual condición. Toca casi todo los instrumentos, salvo colaboraciones de algunos de los integrantes de su banda y dos participaciones estelares. Suena moderno y poderoso, su voz se deja oír y tal vez inaugura una nueva era en el modo de interpretación. El discurso navega entre el pasar de todo, el reproche público, cierta nostalgia, algo de romanticismo, y se apunta con un par de frases marca registrada. Parece lo mejor que haya grabado en casi una década, o al menos desde La hija de la lágrima (1994) en adelante. Así es Influencia, el nuevo disco de Charly García –el primero de su contrato con la multinacional EMI– que está apareciendo esta semana en el devaluado mercado argentino y luego será editado en el resto del continente.
Aún envuelto en las llamas de la sobreexposición pública, el descontrol privado y la sequía creativa, García es un intocable del rock. Es fácil establecer por qué: a los 50 años ostenta una obra riquísima, que ha sido parte central de la banda de sonido de la Argentina de los últimos treinta años. Eso, sumado a sus maneras de estrella de rock –aunque haya nacido en un país donde no parece haber lugar para las estrellas de rock– generó, además, un personaje García, inefable. Acomodado entre la indulgencia pública y el peso de su historia, Charly se encargó de cubrir la década pasada de episodios memorables y de los otros. Se tiró a una pileta desde el noveno piso de un hotel, tocó para Menem en Olivos, publicó un disco raro (Alta fidelidad, junto a Mercedes Sosa), protagonizó regresos fallidos artísticamente (Seru Giran, Sui Generis), pequeños escandaletes de alcoba, cruzó amenazas públicas con su ex amigo y colega Andrés Calamaro, ofreció un show gratuito para un cuarto de millón de personas, etc. etc.
Aun así, debe reconocerse, en este tramo de su carrera, el músico se ganó un definitivo lugar de icono cultural transgeneracional. Como Maradona es Diego, García es Charly, un ídolo capaz de convocar en sus shows-eventos a fervorosos jóvenes que eran bebés cuando grabó Clics modernos (a ellos parece dirigirse en varios pasajes del disco, por otra parte). Basta que suenen los primeros acordes de “Cerca de la revolución”, por citar un ejemplo, para que cualquier paso en falso quede borrado mágicamente, al menos para su público.
Con todo ello a cuestas y mucho más, Influencia bien puede ser considerado un regreso, después de una tormenta de años. Este disco no prescribirá tan fácilmente como los anteriores. Vuelve a tener fondo y forma de un disco de Charly García, en principio. Atrás parecen haber quedado ciertos peculiares métodos experimentados en Say no more, El aguante y los mencionados Alta fidelidad y la Sinfonías para adolescentes de Sui Generis, con sobregrabaciones y la idea del happening presente en todas las sesiones de grabación.
Ese tipo de caos sonoro que podía atraer en un principio, pero que terminaba por exhibir con crudeza cómo había sido concebido. Aun con las versiones “alternativas” y la inclusión del idioma inglés como recurso poético cada vez más presente (“Influenza”, de Todd Rungren, segunda versión; “Happy real”, que cierra el disco), Influencia presenta las canciones más redondas, pegadizas y poderosas que haya compuesto desde “Chipi chipi bombón” y “La sal no sala”, con un par de estribillos seguros de haber llegado para quedarse. La secuencia inicial que conforman la difundida “Tu vicio” y la por difundir “I’m not in love” (ver letras aparte) es bien gráfica al respecto. En la primera, García juega con la palabra –casi siempre vinculada a su imagen pública– y desde allí teje una red de palabras de explícito contenido autorreferencial. La declaración “en la gente soy un vicio más” y la chicana pública “¿por qué no me dejás, si es que sólo soy un vicio?”. La idea de Charly García como vicio argentino, por cierto, es un hallazgo. “No estoy enamorado”, la traducción del título del track 2, es un fino rock and roll bien cantado – en el registro García, quede claro– que arroja una nueva pista del presente del artista. ¿Qué dice Charly García a los 50? “Para aburrirme prefiero sufrir, para venderme prefiero morir. Lo único que quiero es no ser como vos.” Todo claro.
Con esa secuencia bastaría, pero hay más. Una muy buena versión adaptada, casi propia ya, de “Influencia”, una canción de Todd Rungren (parte del vasto conocimiento rockero de García) que aquí resuena en su melancolía a los aires porteños de “No soy un extraño”. La sorpresa de “Encuentro con el diablo” (coescrita con David Lebon en tiempos de gloria de Seru Giran), que desplazó finalmente otra relectura, de otra canción de Lebon, como “Dos edificios dorados”. El disco regala además tres auténticos García a piano y voz como hace mucho no se escuchaban (las remakes para piano bar de “Influencia” y “I’m not in love”, el instrumental “Película sordomuda”, la melancólica y final de fiesta “Happy and real”), un par de rocks escritos con urgencia adolescente (“El amor espera” y “Mi nena”), una nueva reconversión ¿obviable? de “I’m not in love”, exclusivamente vocal y la corporización en canción de la sentencia “Demasiado ego”, ya utilizada para titular el disco en vivo de 1999. Así es que Influencia resume, en su variedad y el encanto de un par de canciones, incluso en los excesos y reciclajes, la recuperación de un estado creativo que parecía perdido. Aquí está, volvió.

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