ESPECTáCULOS
Lanzamientos
LE SCORPION
Matalon. Les Percussions de Strasbourg. Accord, 2004
Compuesta para acompañar la proyección del film mudo La edad del oro, de Buñuel, la música de Le Scorpion está escrita para percusión, dos pianos y electrónica en tiempo real. Más allá de su relación con el tiempo narrativo del film, tal como sucede con sus trabajos para Metropolis y El perro andaluz, la obra del argentino radicado en Francia Martín Matalon no sólo funciona independientemente sino que logra una especie de milagro de estos tiempos: procesar herencias diversas sin abdicar de la idea de modernidad. D. F.
HISTORIAS DE TU TIERRA
Huayra Mayu. Indepte., 2005
Con guitarra, flauta travesera, piano y percusión, más charango, quena y voz ocasional, Hayra Mayu parte de elementos de la tradición folklórica –o, mejor, de la tradición de renovación que con ella se construyó entre las décadas de 1950 y 1970– y elabora una música precisa, con buen trabajo climático, fina construcción melódica y en algunos de los temas –entre los que se destaca la bella Zamba del árbol– letras sin falsa impostación. En Memorias de una Selk Nam incluye una grabación de campo e instrumentos mapuches. D. F.
PUSH THE BUTTON
The Chemical Brothers EMI, 2005
En la escena dance, cada disco de los Hermanos Químicos es esperado con ansiedad. Y lo bueno es que rara vez defraudan. Desde el tribal Galvanize (con el inconfundible Q-Tip a cargo de las voces), Push The Button entrega lo que se espera de estos pibes, que habrán hecho sapo en su reciente presentación en Buenos Aires pero en el estudio hacen lo que tienen que hacer. Con momentos que hacen temblar el piso como Left Right, Believe, Marvo Ging y el colgado Hold Tight London, los CB cumplen. Suficiente. E. F.
ELECTROVIAJE PORTEÑO
Yira. Ultrapop, 2005
Una atmósfera de pesadilla urbana, de melancolía ácida, atraviesa este Electroviaje porteño, un proyecto encarado por la agrupación Yira. El afán clasificador ubicará el CD dentro de la categoría del “tango electrónico”, target tranquilizador que habilita a prescindir de mayores precisiones. Pero lo que parece estar en juego aquí es otra cosa: un concepto de sonoridad virtual que recorre el voluble entramado anímico de la ciudad, absorbiendo sentidos que pueden venir tanto del bandoneón arrabalero como de una letanía mediterránea. F. D.