Dom 06.01.2002

ESPECTáCULOS

Onassis y Callas, el fuego sagrado

“Fuego griego”, una biografía escrita por el estadounidense Nicholas Gage, investiga a fondo la relación del naviero y la cantante.

Esplendor, pasión, mitos y mentiras fueron los principales ingredientes de la relación entre Aristóteles Onassis y María Callas, protagonistas de un tormentoso romance cuyos entresijos quedan al descubierto en la flamante biografía Fuego griego, del periodista y escritor grecoestadounidense Nicholas Gage. El “fuego griego”, según recuerdan las crónicas de aquellos pueblos que se enfrentaron a la civilización helénica, era aquella “mezcla incendiaria de composición misteriosa que consumía y destruía todo lo que tocaba”. Fuego griego fue también, algunos años más tarde, la pasión que consumió y destruyó a Aristóteles Onassis, el naviero millonario, y a María Callas, la cantante que optó por volverse terrena y dejarse llevar por los vicios y virtudes amorosas del común de los mortales.
La tormentosa relación, consumada por primera vez a bordo del yate “Christina” durante un crucero por el Egeo, puso punto final a dos matrimonios y dio pie a uno de los mayores escándalos del siglo XX, que desbordó las plumas de la prensa del corazón y excitó a biógrafos de diversas nacionalidades. “Aunque mi camino y el de Aristo se separen, siempre nos respetaremos. Tenemos las mismas raíces. Somos griegos, de la misma raza obstinada. Empezamos de cero y hemos llegado a lo más alto gracias a nuestra voluntad y nuestro talento. No reflejamos la luz de los demás, sino que irradiamos la nuestra”, declaró la Callas alguna vez. Varios años después de que la cantante proclamara tan intensa declaración, Onassis ingresaba en el Hospital Americano de París con un módico equipaje: una manta roja de cachemir que ella le había regalado y la esperanza de que, en cuanto Jackeline –por entonces su nueva y gélida esposa– partiera de regreso a Nueva York, la diva pudiera acudir a visitarlo.
Fuego griego, recién editado por el sello editorial Plaza y Janés, recorre el momento exacto en que ambos se encontraron, pero también examina el antes y después de la relación. Extranjero en su propia tierra –tras sobrevivir a la matanza turca en Esmirna, en 1922, huyó a Atenas, donde los refugiados no eran bien vistos–, Aristóteles Onassis hizo de la travesía marítima su destino, primero cruzando el Atlántico para buscar fortuna nada menos que en la Argentina y, con el tiempo, convirtiéndose en pionero de la construcción de superpetroleros, con una de las mayores flotas y conglomerados comerciales del siglo. Más allá de las personalidades que sedujo –personajes cinematográficos como Gloria Swanson, Verónica Lake y Greta Garbo–, las principales mujeres de su vida fueron tres: Athina Livanos (hija menor del patriarca de los navíos), María Callas y Jackie Kennedy.
Muchos fueron los roles interpretados por Callas que la encumbraron como la mejor cantante de ópera del mundo. Gage, sin embargo, sostiene que su mayor y más notable creación fue su propia persona: las horas de estudio y práctica, la fuerza de voluntad que la llevó a adelgazar más de cuarenta kilos en un plazo de dos años y su tendencia a ventilar aspectos escabrosos de su vida, como que su madre la obligaba a prostituirse. Aunque ella y Aristóteles se conocieron en 1957, no fue hasta dos años más tarde, durante una recepción londinense en honor a Callas, que él la invitó a uno de sus famosos cruceros mediterráneos. Reticente en un principio, la diva terminó aceptando y se presentó en el “Christina” acompañada de Giovanni Battista Meneghini, su esposo.
Como consecuencia del insomnio que afectaba a ambos, también dada su ascendencia común, Callas y Onassis comenzaron a pasar muchas horas juntos conversando. Poco a poco la intimidad se fue haciendo más fuerte y desembocó en pasión física el mismo día en que el patriarca ortodoxo Atenágoras bendijo a la pareja durante una escala en Estambul. Así, según Gage, esa noche Callas cedió al adulterio y experimentó su primer orgasmo en el interior de una de las barcas del yate. Todo parece indicar que Onassis fue feliz junto a la cantante, pero su desmedida ambición lo llevó a cometer el gran error de casarse con Jackie Kennedy. Y ya nada volvería a ser igual.

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