Vie 10.06.2005

ESPECTáCULOS  › ENTREVISTA A INGRID PELICORI, QUE
INTERPRETA UN MONOLOGO DEL DRAMATURGO PETER HACKS

Fragmentos de un discurso amoroso

La actriz cuenta cómo encaró esta nueva versión de la obra que se mete en la piel de Carlota, famosa amante de Goethe.

› Por Hilda Cabrera

Sobre la Carlota von Stein real se escribió que era de porte distinguido y que huía de los dimes y diretes. Fue una de las amantes de Johann Wolfgang Goethe en el ducado de Weimar. Esta mujer casada con un barón y con hijos es el personaje de una de las piezas más representadas del dramaturgo alemán Peter Hacks, un monólogo que la actriz Ingrid Pelicori ofrece todos los viernes a las 21 en El Kafka (Lambaré 866), dirigida por Manuel Iedvabni. La obra se titula Conversación en la casa Stein sobre el ausente señor Von Goethe y profundiza sobre las contradicciones del sentimiento amoroso. Fue estrenada por la actriz en 1992 en el Teatro Nacional Cervantes, donde se mantuvo por dos temporadas más en funciones de los martes. Pasó luego a una sala del Complejo La Plaza, partió en gira por localidades y ciudades de provincia y fue invitada a encuentros teatrales de Porto Alegre y Montevideo. El mismo equipo la repuso en 1999 en Babilonia y la presentó en el 2000 en el Teatro Argentino de La Plata.
Desde esos recorridos hasta hoy, Pelicori dice haberle hallado nuevas facetas. Descubrimientos que nacen de “la densidad de lo vivido y el crecimiento profesional” y de un texto tallado a la manera de una piedra preciosa. Carlota transmite aquí a su marido detalles de la inesperada partida de Goethe, a quien el ambiente social de Weimar parecía haberle desencantado. Una “escapada” a Italia que generará resentimiento en Carlota y en la corte. Como observa Pelicori, Conversaciones... es la obra de “un discípulo de Bertolt Brecht”. Escritor y dramaturgo, Hacks nació en 1928 en Wroclaw (actualmente pertenece a Polonia), estudió filosofía y sociología en Munich y en la década del ’50 se instaló en la RDA comunista. Integró en 1955 el Berliner Ensemble, colaboró directamente con Brecht y “heredó el gusto por el teatro popular, la balada y la crítica social”. A pesar de ciertas disidencias (su obra Moritz Tassow, de 1964, fue censurada), prefirió permanecer en la Alemania del Este, donde estrenó regularmente y murió en 2003. Pelicori recuerda el texto que el autor envió al elenco en 1991 a través del traductor Alfredo Bauer, donde confesaba sentir todavía “el golpe de la contrarrevolución”. Destruido el Muro de Berlín (en 1989), Hacks mantenía su ideario, “y con mucha convicción”. Fue justamente Bauer, quien, en colaboración con Iedvabni, practicó cortes respecto del texto original. Se trataba de “referencias muy concretas sobre la personalidad de Goethe, conocidísimas en Alemania pero desconocidas o casi en Argentina”.
–¿Cuál es su visión de esta Carlota amante?
–La veo como a una aristócrata llena de los prejuicios propios de su clase. Ella es ríspida y engreída, y esto la vuelve atractiva para mí, porque a medida que avanza la obra debo mostrar sus aristas más desagradables, pero también las heridas que el abandono de Goethe van produciendo en su alma.
–¿Cómo influye el hecho de que Conversaciones... haya sido escrita en la década del ’70 y por un autor como Hacks?
–La obra es de 1977, y en el año en que pedimos la autorización (1991), la nuestra era la número cien. En Alemania no se puede decir cualquier cosa sobre Goethe, de modo que Hacks no inventó la historia. Hubo un romance real que incluso la sociedad de la época le “perdonó”. (Goethe volvió a Weimar en 1788, pero su relación con Carlota fue muy distinta a la anterior.) Lo que hace Hacks en este monólogo es ahondar en las contradicciones. Desnuda conflictos en una serie de escenas que forman una espiral, pero con sostén dramático. Carlota espera una carta y se siente frágil, atravesada por emociones muy poderosas que intenta controlar. Su esfuerzo por racionalizar sus sentimientos es el de alguien que busca comprender y explicar todo. Y no puede, naufraga, porque el deseo amoroso no es racional.
–¿Aunque en el amor existan verdades y mentiras?
–Esta obra no baja línea ni admite un único concepto del amor. Las verdades y mentiras dependen del momento que se está atravesando. La relación amorosa es siempre compleja, y quizá más cuando se da en un personaje tan genial como Goethe. Las estrategias de seducción, la soledad y la debilidad del amor son tratadas por Hacks con gran inteligencia. Y esto lo compruebo nuevamente en esta puesta. Cuando Manolo (Iedvabni) me trajo la obra en 1991 yo estaba muy por debajo de la edad del personaje. Ahora que me estoy acercando percibo con más fuerza las contradicciones. Carlota era siete años mayor que Goethe y tenía la experiencia de un matrimonio de diez años y con hijos (en ese lapso tuvo siete, de los que murieron cuatro).
–¿Interpretó algún texto de Goethe?
–No, pero me gustan sus poesías y el Fausto y su novela Werther. Es un escritor maravilloso, apabullante, que tuvo la suerte de ser longevo y vivir plenamente. Fue dibujante, pintor, físico, filósofo... Se interesaba por todo, hasta por la vieja alquimia. Estuvo ligado al poder de la corte y fue funcionario. Tocó muchos aspectos de la experiencia humana.

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