ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA CON EL GRUPO 34 PUÑALADAS
Tango en los márgenes
La agrupación profundiza en su segundo disco, Slang, su búsqueda en la poética lunfarda, la de los años ’20 y ’30, al tiempo que relativiza lo del llamado “tango joven”.
› Por Karina Micheletto
Una formación de guitarras con un cantor bien plantado, que ni aflauta la voz ni la va de Gardelito. Un repertorio que abreva en la poética lunfarda, desde la difundida por Edmundo Rivero hasta autores menos conocidos como Francisco Amor o José Pagano, que suelen hablar de whiskeos, pichicateos, nariguetazos y pelpas varios. Eso es lo que trae 34 Puñaladas, un grupo con nombre de tango de varón justiciero (aquel Amablemente que popularizó Rivero) e integrantes que rondan los treinta años: Edgardo González, Juan Lorenzo y Augusto Macri en guitarras, Hernán Reinaudo en guitarrón y Alejandro Guyot en voz.
“Empezamos a buscar con respeto entre los tangos más viejos, los de los años ’20 y ’30, aquellos que hablaban desde los márgenes”, explican los integrantes de 34 Puñaladas. “Quisimos mostrar desde qué lugar en el 2005 una agrupación de guitarras y cantor puede retomar un repertorio lunfardo, que en algún momento estuvo prohibido. Hacemos los primeros tangos con el bagaje musical y cultural que traemos hoy, con la edad que tenemos y con toda la música que escuchamos y tocamos, desde el jazz hasta el rock.” En eso están. Después de un auspicioso primer disco, Tangos carcelarios, acaban de editar otro en el que suenan mucho más armados como grupo. Le pusieron Slang, asumiendo todo lo que el lunfardo y el habla cotidiana toman prestado del inglés. “Pero cruzándolo con un poema de Carlos de la Púa, que habla de la mugre del espíritu gringo, poniendo de relieve esa contradicción”, aclaran. Tuvieron algunos invitados, cuya enumeración puede dar una pista sobre el origen y las intenciones de 34 Puñaladas. Pequeña Orquesta Reincidentes, Nicolás “Colacho” Brizuela, Alfredo Carlino, “ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires”, según presentan en el disco. “Es un poeta y un personaje, fue campeón de boxeo, fue amigo de Gobbi... Tiene todos los ingredientes necesarios para estar en el disco”, explican los músicos. También retoman arreglos de Juan “Tata” Cedrón, con quien trabajaron en sus comienzos como grupo y a quien reconocen como uno de sus referentes. Hoy y el próximo miércoles a las 22 presentarán su disco en el Centro Cultural Torquato Tasso, Defensa 1575.
Nadie se los pregunta, pero estos jóvenes que hacen tango parecen preocupados por abolir la definición de “tango joven”. “Desconfiamos de que exista una movida a la que pueda rotularse así”, dicen. “Es lo mismo que decir que el tango es para viejos”, continúa Guyot. “Nadie habla de ‘música clásica joven’ o de ‘rock joven’, y eso que hay ciertos temas del rock que están más obsoletos que cualquier tango. Es una invención que tiene que ver con movimientos de mercado, le tienen que poner un nombre”, opina el cantante. Y Macri refuerza la idea: “Además, pareciera que el apodo de joven te da ciertos permisos, te vuelve inimputable. Sos joven, pero primero sos músico, ante todo tenés que tocar bien. No podés hacer lo mismo que hace cincuenta años, no podés repetir el repertorio de Pugliese, sólo que vistiéndote y peinándote modernito”.
–¿Se refieren a alguien en particular?
Alejandro Guyot: –No hablamos de la Fernández Fierro, si es eso lo que pregunta. Nos referimos a pibes que son más chicos que vos y que vienen a decirte cosas como “el tango está abajo de la baldosa” o “a vos te quedaría bien tal tango”... ¡y hasta ponen voz de compadritos! Esa actitud afectada no hace más que sumar al estereotipo y al prejuicio del tango.
–Pero es innegable que, de un tiempo a esta parte, los más jóvenes se largaron a hacer tango más allá de Piazzolla.
Edgardo González: –Efectivamente, eso pasó. Los músicos de nuestra generación que hacemos tango lo primero que escuchamos fue Piazzolla. La generación anterior a la nuestra pensó que podía seguirlo. Nosotros corrimos el velo, indagamos qué había atrás de Piazzolla, fuimos a los que lo nutrieron a él.
Augusto Macri: –Queremos decir que no hay un movimiento uniforme de tango joven, no es una tendencia estética. Entre los jóvenes hay un montón de formas de hacer tango. En todo caso, si hubo un fenómeno fue con la danza. Pasa por otro lado, por lo for export, que a la música le aporta poco. No es el gran resurgimiento del que se habla.
–Sin embargo, ustedes también hicieron giras por el exterior.
Juan Lorenzo: –Pero no dentro del circuito del tango sino de la world music. En el Festival de Suds Arles, en Francia, compartimos escenario con cantaores y guitarristas de flamenco, con un paquistaní que hace música religiosa, con una cantante del Tíbet que hacía una suerte de mantra con la voz y que graba en el sello de Peter Gabriel...
–¿Y por qué no se insertan en ese circuito tanguero?
J.L.: –Por un lado elegimos no hacerlo, no trabajamos para entrar. Pero, la verdad... tampoco nos llaman (risas). Enseguida salta que lo que hacemos no entra: te preguntan si tenés bandoneón, si el cantor hace Volver y si el repertorio se puede bailar. A todo tenemos que contestar que no.
E.G.: –Muchos de los que nos ven afuera se sorprenden porque les dicen tango y esperan la típica con bailarines y con nosotros se desayunan de que en el tango hubo conjuntos de guitarristas históricamente. Porque el 90 por ciento de las compañías que salen afuera hacen lo mismo, y lo mismo que hacen acá en las tanguerías para turistas. Y tampoco se insertan en un circuito musical cuando salen. Hace poco, un amigo que trabaja en una de esas compañías for export me decía que estuvo cuatro meses de gira y no conoció un solo músico. Se sentía como Luis Aguilé haciendo los espectáculos de zarzuela en Buenos Aires, representando una suerte de parodia.