ESPECTáCULOS
› LAS SEÑALES DE CABLE, INUNDADAS DE PROPUESTAS
QUE BUSCAN EL ALTO IMPACTO
“Sí, buscamos explotar el morbo”
Lo que antes era una rareza que aparecía de tanto en tanto se convirtió en moneda corriente: hoy, la televisión paga abunda en series y documentales que se alimentan de las drogas, la violencia y la exhibición de vicios privados.
› Por Emanuel Respighi
En medio de los debates que se generan a luz de la llamada “TV basura” que por esta época signa los contenidos de la TV abierta, cuyos principales protagonistas –más que los actores– parecieran ser los culos y los pechos de cuanta mujer aparece en la pantalla chica, la TV paga propone su propio debate interno. Históricamente más conservadoras que las emisoras de TV abierta, las señales de cable parecen evidenciar en la actualidad una transformación en sus contenidos, más proclives a la temática sexual y la controversia que a los mundos ideales creados tiempo atrás. En la era en la que la TV le abrió el juego como nunca antes al destape sexual, los canales extranjeros se suman a la tendencia bajo el amparo discursivo de “satisfacer las necesidades de los televidentes”. Así, reality shows de cirugías estéticas cada vez más sangrientos o series que abordan mundos sexuales y adictivos hasta no hace mucho prohibidos en determinadas pantallas, ahora se suman sin reparos a la búsqueda de impacto. “Queremos explotar el morbo de la gente”, dispara, con honestidad brutal, Carmelo Di Fazio, vicepresidente de ventas publicitarias de Warner Channel, una señal que hasta hace unos años tenía contenidos preferentemente para niños.
Los contenidos transgresores asoman en malón en varias señales a la vez. En estos momentos, los televidentes pueden hacer zapping y deslumbrarse ante la crudeza y el destape de Matrioshki (domingo a las 21, por Movie City), la serie belga que sumerge al espectador en el submundo del comercio de mujeres para la industria sexual europea; divertirse con la elite de cinco homosexuales que transforman al heterosexual mal vestido en Queer eye for the straight guy (domingo a las 21, por Sony); sorprenderse con The L Word (desde el próximo domingo, a las 24, por Warner), la serie dramática que muestra la intimidad, los conflictos y la vida sexual de un grupo de mujeres lesbianas; o ser espectadores de reality shows que no tienen pruritos en mostrar los chorros de sangre que saltan en medio de una cirugía estética para “embellecer” a las personas, como Extreme makeover (domingo a las 22, por Sony) o el flamante The Swam (domingo a las 23, por Warner). Las series edulcoradas con chicos y chicas bien ya son historia; la fórmula mágica del nuevo siglo es el sexo, las drogas y las imágenes crudas de intervenciones quirúrgicas.
Aun cuando la programación de contenidos transgresores no es nueva en la TV paga, la novedad reside en que ya no se trata de materia exclusiva de un puñado de señales. Si hasta hace no mucho tiempo I-Sat se abrogaba la exclusividad de emitir series y películas de entretenimiento alternativo (con Queer as folk como estandarte y ahora Tinsel Town), apuntando a una audiencia juvenil de visible corte cool, ahora las series de contenidos jugados parecen ser la tendencia con la que se mueve la TV por cable. ¿Síntoma de una industria que alcanzó la madurez para tratar ciertas temáticas que antes preferían evitar a toda costa? ¿O pura estrategia comercial, puesta en marcha por las señales para acaparar mayor audiencia?
El síntoma más elocuente de esta tendencia es la programación en Warner de una serie de lesbianas y un reality show de cirugías estéticas. Sin eufemismos ni juego de palabras, Di Fazio va directo al grano: “Estas dos series peculiares –dice a Página/12– tienen el elemento de explotar el morbo de las personas. Basta que tengas algo controversial para generar curiosidad. Y, se sabe, la curiosidad genera público”. Sin embargo, pese a lo que se puede sospechar –Sony tiene su propia serie protagonizada por homosexuales y un reality de cirugías estéticas–, el ejecutivo aclara que el hecho de incluir en Warner contenidos transgresores no responde a imitar a otros canales sino “a satisfacer las preferencias del público”. “Sería muy tonto –detalla– copiar a nuestros competidores, porque el televidente es muy inteligente. No hay nada peor que plagiar un formato de otro canal, porque de esa manera pasás a ser un segundo mal copiado.”
En un medio que se mueve a través de ciclos y modas, los contenidos de la TV por cable no distan mucho de sumarse a la tendencia de buscar rating e impacto con que se mueve la TV abierta. “Cada uno de los tantos canales de cable que hay buscan elementos para diferenciarse del resto y tener un perfil de programación propia”, afirma Carolina Padula, gerente de programación de Sony y AXN. “Todos tratamos –continúa– de traer contenido diferente, que llame la atención del público y los medios. A medida que la industria del cable se consolida en América latina, la audiencia va siendo más exigente en términos de calidad. Las tendencias con las que se mueve la industria son inevitables. Pero hay límites: nosotros no buscamos ni sacar ni mostrar el morbo a la gente.”
La tendencia de programar contenidos de alto impacto va en aumento no sólo en cantidad de series, sino también en los canales que le abren juego a esas temáticas, siempre relacionadas con lo sexual, la violencia o las drogas. De hecho, Movie City, canal que únicamente pautaba películas, desde hace un mes decidió darles un lugar importante en la grilla a las series. Y no seleccionó cualquier serie: cruda y violenta, Matrioshki se mete de lleno en el funcionamiento del turismo sexual europeo y la mafia rusa. “Es cierto que a nivel mundial existe la tendencia de tratar de capturar la atención del público con temas de alto impacto, ya sea a través de lo sexual o de mostrar imágenes crudas y violentas. Pero no se trata de una decisión puramente televisiva: de alguna manera, la tele refleja la realidad social actual, que se sabe que cada vez es más dura”, se justifica Juan Mariano Sola, gerente de mercadotecnia de Lap TV (Movie City, CineCanal y The Film Zone) región sur. “A Matrioshki no la elegimos por su contenido controversial, sino porque la calidad de su realización está a la altura de nuestros canales”, aclara.
Con la certeza de haber conformado una programación zafada y transgresora desde su nacimiento, I-Sat ve ahora competidores en algunos segmentos del resto de las señales. Mariano César, gerente de operaciones y programación del canal, cree que la mimetización de los contenidos forma parte de la lógica televisiva. “La nueva tendencia de copiar lo que a otros les fue bien es vieja”, detalla el ejecutivo. “A nosotros no nos molesta que los competidores sigan nuestro camino. Como pasa siempre, las vanguardias son absorbidas por la industria. Pero creo que cuando se introduce series transgresoras simplemente por moda, sin tener en cuenta el perfil de cada señal, los resultados no son buenos.” Además, César sostiene que las copias siempre son inútiles. “Pasa como con las remakes: o son versiones lavadas de series transgresoras que pierden sentido o hacen programas que rozan con el mal gusto.”
La pregunta, entonces, cae de madura: ¿Qué es más importante en estos tiempos de sobreabundancia de canales para mantener la audiencia: construir un perfil determinado o la practicidad de las señales para sumarse a las modas televisivas? ¿Es posible construir canales-marcas delegando los contenidos de la programación a los eclécticos gustos de los televidentes? Cada señal dice tener su propio secreto. Emiliano Saccone, VP de marketing Fox Latin America, cree que seguir modas es “pan para hoy y hambre para mañana”. “Lo fundamental –dice– es que los canales respondan no a las preferencias del público, que son cambiantes, sino a las necesidades de la marca. Esa es la única forma de fidelizar audiencia.” En Warner, en cambio, no dudan que la practicidad es lo que vale. “Todo lo que rompe esquemas –explica Di Fazio– se traduce en movilidad de audiencia. Cuando revisamos las cifras de rating de la competencia, también nos damos cuenta de que hay preferencias hacia ciclos transgresores. Ese es nuestro secreto: cumplir con las expectativas de la gente.”