ESPECTáCULOS
› LOS GATOS SALVAJES Y LOS SHAKERS, DE REGRESO
“Los años pasan, la actitud para tocar no ha cambiado”
A cuarenta años de su primer encuentro “jodiendo en pasillos de hoteles”, Nebbia y Fattoruso repasan el pasado y el presente.
› Por Cristian Vitale
Se vieron por primera vez en el verano de 1965. El programa de entretenimientos La escala musical los había contratado para “romper” la temporada y ambos se atrajeron, o al menos se cayeron bien. Litto Nebbia era un adolescente de 15 años, flaco e inquieto, “que fumaba todo el tiempo”, evoca Hugo. Y Hugo Fattoruso, un joven que, pese a tener una breve experiencia en los clubes de jazz de Montevideo, quería ser un beatle sudaca con traje negro, flequillo y todo. “Fue loco –dice Litto–, nosotros llegamos de Rosario, nos pusieron en un hotel y a las tres semanas llegaron ellos de Montevideo y los pusieron en otro hotel... nos conocimos jodiendo en pasillos de hoteles.” Pasaron 40 años y ambos parecen conservar esa simpatía originaria. También el entusiasmo. Al segundo de encontrarse, Hugo –con gorro en vez de flequillo– y Litto –con más panza y menos pelo– se trenzan en un abrazo fortísimo, se preguntan por los suyos, se cuentan cosas de la vida y hasta piensan proyectos en común. A Nebbia, por ejemplo, le da por querer recuperar y reeditar un disco maravilloso grabado en 1981 por Hugo y Osvaldo, llamado Otros Shakers, y Fatto asiente con la cabeza, ante la vehemencia que expresa el prolífico compositor. “Algún día lo voy a conseguir, cómo no va a salir ese disco”, reclama Nebbia. “Es uno de los mejores que se hicieron acá. El tipo que lo produjo lo tiene guardado en un placard, no entiendo cómo pueden hacer eso con la música.”
Pero el motivo central del encuentro es más contundente: dos grupos de los que ambos fueron piezas irreemplazables, Los Gatos Salvajes y Los Shakers, retornan enteritos a escena. Los argentinos –por iniciativa de la Secretaría de Cultura de Rosario– para presentarse hoy y mañana en el ND Ateneo, y los uruguayos para grabar un disco con temas en español, que tienen previsto editar hacia octubre en ambas orillas. “Es una sensación emotiva y extraña, porque nunca te imaginás que te vas a encontrar con tipos que se hicieron con vos hace 40 años y que vas a poder divertirte igual”, dice Litto, que no veía al baterista José “Tito” Adjaiye y a Guillermo Romero, el bajista, ¡desde hacía 39 años! “Yo soy evocativo, medio llorón, y el día que me tenía que encontrar con ellos pensé: ‘ahora voy a tener que ir con cuatro lentes negros, va a ser un desastre esto’. Pero pasó todo lo contrario... en vez de encontrarme con llorones, me encontré con tipos de buen humor. Cada recuerdo tiene que ver con una onda ‘qué bárbaro que nos podemos encontrar y seguir siendo amigos’. Muy espontáneo.”
Ambas bandas regresan con sus formaciones originales: Los Wild Cats, además de Nebbia, Adjaiye y Romero, con el tecladista fundador Ciro Fogliatta y Juan Carlos “Chango” Pueblas en guitarra, y Los Shakers con los fabulosos cuatro que hicieron tronar al Río de la Plata con el demoledor debut Rompan Todo y lo embellecieron después con gemas de excelente beat: Hugo y Osvaldo Fattoruso, Roberto “Pelín” Capobianco y Carlos “Caio” Vila. “Cuando nos propusieron reunirnos puse un par de condiciones: primero dije: ‘hay que encontrar a Caio, que está perdido en algún punto de Venezuela. Después, llamar a Pelín, que vive en Brasil hace 36 años, juntarnos, ver cómo diablos suena esto, y luego grabar para darle un okay o pararlo. Al final, encontraron a Caio a 300 kilómetros de Caracas, nos juntamos, grabamos y terminamos dando el okay”, recuenta Fatto, de paso por Argentina para presentar su último disco, Ciencia Fictiona –hoy en Notorious–, donde versiona temas de Jaime Roos, Chico Buarque y Dorival Caymmi, entre otros, en clave de jazz y candombe. “El hace cosas en la Luna, Ceilán o Lanús”, refuerza Nebbia.
–¿Va a tocar la guitarra como en los sesenta? No lo hace habitualmente en público...
H. F.: –Para los recitales sí, porque tenemos que hacer los temas viejos... es ineludible. Pero en el disco, la formación básica es a dos baterías, mi hermano y Caio, Pelín en bajo y yo en teclados.
Los Gatos Salvajes mantienen el formato original, pero el retorno viene con yapa. Además de la reedición del único disco de la banda, editado en 1965 y acompañado por 15 bonus tracks, entre simples, fragmentos en vivo en La escala musical y grabaciones de Litto en el Hotel Argentina de Avenida de Mayo encontradas en un grabador Geloso, tienen previsto grabar otro en vivo –que incluirá también las presentaciones del 12 y 13 de agosto en Rosario–, realizar un documental (a cargo de su hija Miranda) con testimonios de testigos directos del nacimiento del grupo, tocar en el Senado y editar un libro muy completo con la historia de la banda, escrito por Mario Antonelli. “Es una reunión sin ninguna planificación ni de lanzamiento, ni de mosca. Con el tiempo uno va tomando conciencia de ciertas cosas que hace de corazón”, comenta Litto, hoy al frente del cuarteto La Luz.
–Muchas veces le ofrecieron reunir a Los Gatos y siempre las rechazó, ¿por qué dio el sí con Los Gatos Salvajes?
–Las propuestas para el retorno de Los Gatos siempre me parecieron un negocio medio peligroso, y a mí no me gusta que quede arruinado en el tiempo un grupo que uno compartió con amigos del barrio, con padres que se conocían entre sí. No se puede arruinar eso sólo porque venga uno y diga “vamos a hacer un River” o qué sé yo. No lo acepté con Los Gatos, pero sí con Los Gatos Salvajes, porque es un grupo que quedó opacado por el éxito que después tuvieron Los Gatos. Humildemente creo que fue el grupo piloto que permitió el nacimiento de Los Gatos y que también envalentonó la posibilidad de que cada grupo cantara sus canciones en castellano. Me pareció noble y justo hacerlo.
–¿Y ustedes por qué aceptaron, Hugo?
–Siempre aparecen rumores, alguien que te dice: “Che, no querés juntar a Los Shakers para tocar en el club pichi cuchi de acá a la vuelta”, pero queda ahí. No son cosas serias, pero ahora se dio como queríamos. ¿Por qué no hacerlo?
–¿Qué características tienen los temas nuevos?
–Básicamente pop shakereado.
–Un retorno a Los Shakers puros, más allá de las variaciones que mencionó.
–No sé... es una cosa bastante pop, calma. Tal vez una evolución.
–¿Qué registros en la memoria quedan de aquellos trabajos en conjunto para La escala...?
L. N.: –Enseguida logramos un buen feeling... ellos eran buenos tipos, muy humildes, algo no muy usual en la época, porque nos comíamos cada garrón tremendo. Había cada boludo que, además de tocar como el culo, no podía hablar de nada. En esa época era mucho más jodido que hoy llegar a Buenos Aires... te trataban de grasita, una cosa así. Por eso, afinamos bien con Los Shakers y mantuvimos una relación leal y sensible durante toda la vida. Con ellos y también con el Negro Rada, con Mateo...
H. F.: –Yo no sé si es el cigarro o qué, pero mi memoria falla bastante. Me acuerdo de que sentí simpatía por Litto... era un chiquilín de 15 años, flaquito, que fumaba todo el tiempo. Es lo único que me acuerdo, lo juro. Ni siquiera que tocamos en La escala... Es más, me parece que nos conocimos en Canal 9.
L. N.: –No... estás loco vos. Nunca nos vimos en Canal 9.
H. F.: –Te das cuenta... menos mal que me acuerdo de cómo tocar el piano, si no no sé cómo sobreviviría. Lo que sí recuerdo es un grupo que se llamaba Los Cuatro Planetas; los pibes tenían una guitarra Fender impresionante.
–¿Es presuroso afirmar que el rock rioplatense nació con ustedes?
H. F.: –Sí, a Los Shakers hay que sacarlos de eso. Cantábamos en inglés y salimos a copiar las botitas y los trajecitos de Los Beatles. Es cierto que salió otra cosa, pero en esencia era una copia.
–Pero los temas los componían ustedes, al menos en los primeros discos.
H. F.: –Insisto, éramos una copia, una foto sacada con una vela detrás de un cartón. Lo nuestro no tenía nada de original.
–Los Gatos Salvajes a veces también copiaban... Little Red Rooster de Willie Dixon, y Watcha gonna do about you de The Hollies, por ejemplo, están cantadas en inglés y la versión de Boleto para pasear de The Beatles es un intento de réplica de la original traducida al castellano.
L. N.: –En esa época tenías que grabar blues en inglés o parecías un ignorante, lo cual, obvio, es una mentira. Pero lo central para nosotros era hacer algo que no se pareciera a nada. Cuando hacés canciones propias, tenés la posibilidad de hacer arreglos originales también... no te van a salir como el Spencer Davies Group o los Beach Boys. Por ahí suena pretencioso decir que sonábamos argentinos. Sonábamos rosarinos.
–Algunos marcan que el rock nacional nació con Rebelde, el tema de Los Beatniks, grabado en 1966.
L. N.: –No tiene mucho sentido ocuparse de eso hoy.
H. F.: –Igual, los primeros que salieron con el pique fueron Los Gatos Salvajes, eh. Es la verdad.
–¿Qué les genera este regreso en términos afectivos?
H. F.: –Para mí el tiempo sólo pasa en mi cuerpo. Tengo que fumar menos, tomar menos... pero para mí hace 15 minutos que nos vimos, tengo esa sensación.
L. N.: –Yo no hago esos cálculos, es cierto que a veces se te mezclan recuerdos, especialmente cuando te reencontrás con tipos que tienen que ver con tu origen. Pero la actitud de sentarme y tocar es la misma.
–¿Y en términos musicales, costó ensamblarse después de tanto tiempo?
H. F.: –No. Para nosotros fue muy simple. Pin, pan, pun... una semana de ensayo y listo. Pelín trajo unos temas y yo les puse letra al paso.
–¿Cómo recibieron la noticia en Uruguay?
–Los Shakers son más admirados acá que en Uruguay... allá te gritan Rompan todo y listo. En Uruguay no le dan bola a nada, es un país muy raro. Aunque también es cierto que si el grupo hubiese cantado en su idioma y hubiese dejado un mensaje, la cosa tal vez sería distinta.
–Es raro, porque sonaban muy bien para la época.
H. F.: –En vivo sí, pero yo qué sé. Cantar en otro idioma determina mucho... es algo que no puede sobrevivir. Si Zitarrosa hubiese cantado en inglés, seguro que marchaba al spiedo.
L. N.: –Lo que se rescata es la estética del grupo... y no importa en este caso si cantaban en inglés o en alemán, Hugo.
H. F.: –Pero insisto con lo de Uruguay. A Eduardo Mateo no le dan bola, pedís Mal tiempo sobre Alchemia en una tienda de discos y te preguntan qué es. Y eso que Mateo fue un capo de verdad, eh. Qué esperar de nosotros, entonces... allá sólo se acuerdan de unos pibitos que tocaban y nada más.
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