ESPECTáCULOS
“Estoy en México rascando, como un perro que busca su lugarcito”
La escritora Elena Poniatowska analiza a fondo el cruce cultural que define a Latinoamérica, en una entrevista de su colega Antonio Skármeta.
› Por Emanuel Respighi
Para comprender adecuadamente el presente y poder predecir el futuro, primero es necesario conocer el pasado. Este es el planteo del chileno Antonio Skármeta a la hora de indagar sobre el meneado asunto de la identidad de los latinoamericanos. Para abordar ese mundo de cruces y contradicciones, Skármeta eligió el ejemplo de una de las escritoras más reconocidas de América latina, la mexicana Elena Poniatowska, nacida en Francia en el seno de una familia polaca. En el marco del ciclo “Un mundo alucinante”, mañana desde las 20, por Canal (á), Skármeta coincide con su colega en que literatura, familia y el tema de los ancestros europeos se mezclan y combinan.
Nacida en la capital de Francia, Poniatowska arribó a México a los 9 años junto a un hermano y su madre, como pasajeros del buque “El Marqués de Cubilla”. Pese a formar parte de una familia relativamente posicionada, la autora de La noche de Tlotelolco, La piel del cielo y La flor de lis, cuenta que desde muy chica sintió una atracción especial por la cultura mexicana. “Adoro oír el grito y el habla de la calle. Mi familia era muy extranjerizante y en la escuela inglesa me enseñaban cosas que nunca me sirvieron de nada, enseñanzas que no se podían aplicar en la vida real. Entonces empecé a ir a las calles por las mías, a escondidas. Comencé a ser amiga de toda la gente de la calle... Creo que ahí nació mi interés por ser periodista”, cuenta.
Sin embargo, sus primeros años en el nuevo mundo no fueron fáciles para “la Poni” (como la llaman sus familiares y amigos más cercanos) debido a que en aquel entonces los extranjeros no eran del todo bienvenidos en México. “Recuerdo que a mi hermano y a mí, que siempre andábamos jugando en las calles, nos gritaban: ‘Pinches inmigrantes, regresen a su país’. Existía un rechazo de los mexicanos a los que veníamos de afuera, ya que creían que veníamos a quitarles sus riquezas y a ocupar un lugar que no era el nuestro”, subraya Poniatowska. Pero ese desprecio, cuenta la escritora, no inhibió su inquietud. “Esta situación aumentó mi deseo de acercarme a los mexicanos. Intenté hacerme querida y más mexicana que ellos mismos.”
Aunque realizó sus estudios en una escuela inglesa y se crió en el seno de una familia muy cerrada, Poniatowska logró implicarse fuertemente en la literatura mexicana. Fue así que muy joven consiguió trabajo como periodista en el diario Excelsior, destacándose por la sensibilidad con que daba cuenta del funcionamiento de la sociedad mexicana. “Mi mamá me decía que yo tenía el snobismo al revés: apenas alguien tenía zapatos del plan quinquenal o se vestía de overol, yo me enamoraba perdidamente. Y era cierto, porque soy la antítesis de lo previsible, siempre necesité conocer otras cosas. Por algo soy muy preguntona”, explica.
En la entrevista, Poniatowska se introduce de lleno en la temática de los ancestros, y abunda sobre la relación que tienen los mexicanos con su pasado. “Los mexicanos tienen mucho respeto por sus ancestros. El trato que he tenido con campesinos e indígenas zapatistas y de Chiapas me demostró que el pasado es un elemento fuerte. También es muy profunda la idea de la revolución. Incluso hoy casi todos los campesinos duermen con el fusil bajo la almohada, ya que es su arma de defensa. Por eso es tan absurdo pedirles a los zapatistas que entreguen las armas, ya que es lo único que tienen para luchar. ¿Cómo las van a dar?”
Sobre el final, Poniatowska intenta dar una explicación de su amor por México a partir de cierto sentimiento compartido con las comunidades indígenas que aún residen en el país. “Los indígenas en México nunca dejan sus tierras. Están donde están sus muertos, ligados a sus camposantos. La gente no se va porque ahí están sus ancestros. A mí me pasa algo similar. Yo nunca he tenido el deseo de dejar México. Estoy en México siempre rascando, como un perro que busca su lugarcito. Estoy muy bien en este país. Pese a que es un país difícil y violento, México es mi lugar, está dentro de mí.”