Sáb 15.06.2002

ESPECTáCULOS  › VICTOR WINER EXPLICA EL RETRATO SOCIAL DE “FRENO DE MANO”

“Aún se creen el sueño americano”

La obra que se ve en el Cervantes expresa una ácida visión de estos días de sálvese quien pueda, con un protagonista dispuesto a todo.

› Por Hilda Cabrera

En una Argentina en la que abundan los testigos falsos, el personaje de José puede verse como un calco de la realidad. Su trabajo es mentir y hasta soltar lágrimas si el juez le pregunta qué pasó con la viejita que cruzaba y el camión que se le iba encima. José está para todo, pero tiene un sueño: irse a Nueva York, fraguar un accidente que le deje plata y acabar con la miseria que lo destruye, a él y a su mujer Matilde. Habitante de un país en crisis, se esfuerza por dejar contenta a la abogada que le otorgó la condición de testigo, y no se atreve a pedirle unos pesos más: “Agarro lo que me da o llama a otro: mentir está barato, hay un montón de gente que te hace de testigo por dos pesos”.
Con estos personajes, Víctor Winer armó una obra sencilla pero de ésas que llegan a convertir a un dramaturgo en el augur que traduce “los signos que están en el aire”. Su título es Freno de mano, y acaba de estrenarse en la Sala Orestes Caviglia del Teatro Cervantes (Libertad 815), dirigida por Roberto Villanueva y actuada por Victoria Carreras, Pepe Monje y Gabriel Correa. Estos últimos cumplirán, cada uno en días diferentes, el rol de José. Esta pieza breve fue presentada este año en el festival La Alternativa 13 (de Madrid) y elegida para su traducción al inglés por iniciativa de la New York University y Argentores. Precisamente, el llamado sueño americano y Nueva York son elementos constitutivos de esta obra, que refleja con humor negro las artimañas para escapar de un país que se hunde. Winer nació en Buenos Aires y cuenta con varias obras, entre otras las iniciales de 1981, El último tramo y Buena presencia (Torres Agüero y Amaranta); Honrosas excepciones (presentada en Teatro Abierto 1983), Luna de miel en Hiroshima y el monólogo El cielo de los payasos. Freno de mano, escrita en 2000, obtuvo el segundo premio en el “Concurso de Literatura Osvaldo Soriano” que otorga periódicamente Cultura de General Pueyrredón. “Sin ser una obra realista, hoy está más cerca de las experiencias cotidianas que cuando la escribí”, apunta Winer a Página/12.
–¿Por qué cree que se dan estas coincidencias?
–Más allá de lo que se escriba, uno siente que el país lo acompaña. Por ahí Freno de mano quedó en un lugar que no parecía entonces tan dramático, pero el país se le fue acercando, para desgracia de todos. Ya estábamos en una situación difícil, pero no tan grave como la de hoy.
–Lo que cambió en la obra es el sentido de la “fuga” a Estados Unidos. Resultaría muy inocente considerarla hoy una liberación...
–Es cierto, porque nos sentimos humillados y atados por EE.UU. pero, de cualquier manera, junto a ese kid que nos convierte en un país en el que se deposita material descartable, sigue vigente en muchos argentinos la idea del sueño americano. José compraría también hoy ese sueño. Intentaría probar suerte en Nueva York fraguando un accidente en el que él aparezca como víctima. Dejaría su trabajo de testigo, considerando que allí un accidente se paga bien. Más allá del hecho de que recibimos material tóxico y aceptamos la comida chatarra, está presente la seducción de un modelo de vida que para ellos cierra. Este personaje, como muchos, compra la parte de plástico de un esquema social.
–¿A qué se debe la fuerte impronta visual del texto?
–Quizás a que escribo a partir de imágenes. Creo que esto identifica a los dramaturgos que nos formamos junto a Ricardo Monti. Lo único que escribí a partir de una idea fue un libro, La noticia del día, que publicará la editorial La Avispa con el auspicio del Ministerio de Cultura de España. La propuesta –hecha a un grupo de dramaturgos españoles y argentinos– era armar un texto a partir de alguna noticia aparecida en los diarios del día en que nacimos. Yo nací el domingo 14 de febrero de 1954 y lo único que encontré sobresaliente fue una carrera de autos. Mi obra se llama Categoría Sport.
–En Freno de mano se dice que los enfermos ven más allá. ¿Qué quiere significar?
–Eso se aplica al personaje de Matilde, que es una enferma diplomada (es consciente de su enfermedad). Está internada en un hospital, y en un ámbito así, donde el paisaje es siempre el mismo, los pensamientos son recurrentes y pueden parecer premonitorios. Ante la posibilidad de morir se finge la muerte. Tal vez sea un juego donde el centro es la mentira, porque no olvidemos que el trabajo de José es bastante singular: ser testigo de accidentes que no presenció. Una abogada a la que conozco y a la que recurrí para esta obra me facilitó el baremo que se utiliza para medir la gravedad de un accidente. Por ejemplo, perder un dedo de la mano no es lo mismo para un pianista que para quien no le es imprescindible. Nuestro cuerpo está codificado en puntajes, y eso me impresiona.
–¿Cómo será su próxima obra?
–También partirá de una imagen, surgida después de la lectura de unas notas periodísticas de Rodolfo Walsh. De una frase que sintetiza la paradoja que quiero desarrollar en mi texto. No quiero adelantar más. Escribo de modo fragmentario, como si estuviera llevando un cuaderno de ruta. Cada imagen es la figurita de un álbum, una boya, una señal que me permite ir intuyendo un periplo.

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