ESPECTáCULOS
Las manganetas del peluquero
La detención de Miguel Romano resultó un festín para los programas de chimentos, que pasaron de considerarlo una estrella a tratarlo como un delincuente en un abrir y cerrar de ojos.
› Por Verónica Abdala
Es improbable que el público más o menos conocedor del género se escandalice ante la aparición de un nuevo caso de esos frente a los cuales afilan sus colmillos conductores y panelistas de los programas de chimentos. Los espectadores de este tipo de programas están habituados al desfile inclemente de personajes estrambóticos, muchos de los cuales tienen una fama tan breve como explosiva, y un día se diluyen del aire y apenas son un mal recuerdo. Sin embargo, es dable pensar que pocas veces la televisión se topó con un personaje más bizarro que Miguel Romano, que “del estilista de las estrellas” pasó a ser jefe de una banda de delincuentes en un abrir y cerrar de ojos. En síntesis: el juez Mariano Bergés investiga si el hombre que peinaba a Susana Giménez, Moria Casán, Silvia Süller y Graciela Borges es el organizador de una estafa monumental a los clientes de tarjetas de crédito y responsable de una banda compuesta por no menos de 16 personas.
Para los fiscales, Romano no es sólo el capo de una mafia que operaba a partir del robo de tarjetas de crédito sino también un hombre que utilizaba la impunidad de su fama para reducir toda clase de productos malhabidos –desde autos y televisores hasta bebidas finas–, usufructuando la inocencia de una parte de su clientela. Lo que el caso parece tener de sorpresivo es su carácter de revelador del nivel de lumpenaje que a menudo se esconde tras la supuesta opulencia que envuelve a las “estrellas”. Y confirma aquello que casi todos en el mundillo televisivo saben, aunque hagan como que no: detrás de las vidas que casi impúdicamente exhiben buena parte de los miembros de la farándula, se esconden aspectos bastante más oscuros, en que los delitos y transgresiones son moneda corriente. (¿No está claro acaso que buena parte de las que se venden como vedettes en ascenso en la tele son en realidad gatos, o que los supuestos informantes del mundo de la noche son en realidad los cafishios de aquéllas? ¿No hubo ejemplos suficientes de que algunos empresarios, actores, actrices y modelos supuestamente exitosos sustentan en realidad sus gastos con negocios menos confesables y paralelos a las profesiones que exhiben?)
El caso de Romano, en este marco, tiene resonancias insospechadas. Para los noticieros fue la noticia de la semana, al margen de la eliminación de Argentina del Mundial. Para América, el tema excluyente, según lo confirmaron desde “Indomables” hasta “Intrusos”, pasando por “Va por vos” y llegando a “Detrás de las noticias”. En este programa, Jorge Lanata se hizo el sorprendido recurriendo a uno de sus latiguillos (“es muy impresionante”, admitió), y le recomendó al peluquero recortarse un poco las mechas antes de vérselas con los muchachos presos en Ezeiza (en donde está detenido actualmente). Federica Pais y Guillermo Andino bromearon abiertamente sobre la cuestión: “En su peluquería se aceptan tarjetas”, dijo él. “El problema es que no te la devuelven”, acotó ella. “Indomables” e “Intrusos” se lo tomaron bastante más en serio, o hicieron como que.
“Indomables” invitó en la noche del miércoles a Silvia Süller para que asumiera la defensa del acusado y, de paso, despotricara contra alguna otra figura, desatando el escándalo (en esta oportunidad, su incontinencia verbal la llevó a acusar de “rata que se baja del barco” a Moria Casán, que hasta ese momento no se había pronunciado sobre el asunto). El jueves hizo lo propio con un joven peluquero –Marcos Román– al que su conductor le dio autoridad para opinar al presentarlo como “el heredero de Romano”, aunque después resultó que el muchacho había visto “una o dos veces” en su vida a su maestro. “Indomables” tituló otro segmento dedicado a la inexistencia de declaraciones públicas de Giménez al respecto sin demasiadas sutilezas: “Susana se borró”, acusó el videograph en pantalla.
“Intrusos”, por su parte, mandó una cámara el mediodía del jueves hasta la casa de Graciela Borges, quien habló en representación de sus selectas clientas y defendió la honorabilidad del “amoroso”. Lo mismo hizo Moria Casán, apresurándose a defender a “Miguelito” con uñas y dientes. (La versión gráfica del envío, “El paparazzi”, le dedicó además la tapa de esta semana al tema.)
De confirmarse las causas por las que está imputado, Romano podría pasar los próximos años entre rejas, peinando el aire. Es posible que se pregunte cómo pudo ser que aquellos programas que lo alababan y lo entrevistaban, muchas veces para proponerle luego un canje, o como parte de él, hayan sido sus peores fiscales, de un momento para otro. Incluso pasando al aire, como prueba de sus delitos, aquellas notas que le hacían en su carácter de estrella del género peluqueril.