ESPECTáCULOS
› EL DESFILE DE LOS EXCLUIDOS POR LA TELEVISION
Escapar de la dura realidad
Los ciclos “La corte”, “Popstars”, y “Camino a la gloria”, entre otros, ocupan espacios que las instituciones han dejado vacantes.
› Por Julián Gorodischer
El productor es terminante: “Sin aplausos, sin risas, son parte de una sala de audiencias”, dice a los extras que hacen de jurado, y todos acatan la orden como reaseguro del cachet. En la grabación de “La corte”, las partes firman el documento que habilita el fallo del doctor D’Alessandro, laudo que dará soluciones a las variantes más extravagantes del conflicto íntimo. Se escucha: “los expulsados, los excluidos, los postergados” en la cortina, y los vendedores ambulantes se ubican en sus lugares para mostrar la disputa. No basta con el relato: la TV abre sus puertas a la miseria, pero quiere verla en acción. Que los pobres se peleen en el estudio de “La corte”, o que busquen trabajo en “Recursos humanos”, o fama en “Popstars” y “Camino a la gloria”. La tele exhibe al desempleado y a cambio ofrece un servicio, como si sólo allí todavía se pudiera pensar en soluciones cuando otras instituciones caen: un fallo judicial, un trabajo o un ascenso social rutilante como el de las Bandana.
“Esta es la Justicia de los excluidos, de la gente sin oportunidad de ser escuchada en un juzgado normal”, opina el “amigable componedor” Mauricio D’Alessandro. “Ningún juez está dispuesto a oír una pelea por animales domésticos. Aquí hay menos presiones y menos lobby que en la Justicia. El único condicionamiento es el rating.” D’Alessandro disfruta en rol de showman, saturando los martillazos, llamando al guardia, amenazando con echar a una mujer. ¿Parodia de la justicia argentina? Desfila el feo que inculpa a su madre, la insatisfecha que pide más sexo a su marido, la vecina que pide un castigo para quien se comió y ¡violó! a su conejo, el vendedor que denuncia competencia desleal, y a todos D’Alessandro pide: “¡Muestre!” Para eso hay una cama tendida o un conejo asado, la Argentina según “La corte”: crispada, escandalosa, pobre.
D’Alessandro se resiste a verlo como una gran parodia: “Me aparto de la norma fría, fallo según mi leal saber y entender, y ambas partes se comprometen a cumplir. Es una ayuda para las personas que no tienen acceso a un abogado”. La tele, por momentos mesiánica, convence de que si le delegan la función judicial todo es posible, pero a cambio pide un solo requisito: que todo se vea picantito, según los productores, y para eso debería desatarse “un ataque de nervios” de la mujer que denuncia violación de conejo, del feo que pide un castigo a su madre. Miguel Angel Rodríguez, productor, asegura que todo es cierto: “Reclutamos a través de tribunales de pobres, de defensorías barriales que aportan casos. Pero la gente también acude a nosotros. Tenemos 350 llamados diarios...”.
“Recursos humanos” está a punto de salir al aire, y sus participantes Rita y Paula, opción A y B, se postulan para un puesto de operaria de limpieza. Esta es una forma más directa de ingreso de los excluidos a la TV. Las mujeres están rodeadas por amigos y familiares, y recuerdan. Rita bailó en un video de Riki Maravilla y en “Sábados de la bondad”, y la producción le trae a Riki mismo, como para que el encuentro amenice la búsqueda laboral. La tele ofrece soluciones y asombra al New York Times, que publicó una nota sobre esta variante del premio televisivo, pero necesita los resortes del espectáculo, y entonces es el público, cual reality pero sin pagar los tres pesos más IVA, el que elige, como para que a la crónica de la exclusión se agregue un recurso más convencional: el concurso telefónico. “Ganó Paula”, avisa el cameraman, intriga develada, y a Rita se le reserva un consuelo: cobertura médica por seis meses. Lejos quedaron los tiempos de recompensas en fajos abultados.
“Sólo en una Argentina sin apertura mental se puede llegar a criticar un programa como éste”, dice Néstor Ibarra. “Ahora a muchos les empieza a parecer bien que se busque trabajo por TV porque apareció en el Times. En un país lógico y justo este programa no existiría. Ni los cartoneros, las villas miseria, la degradación ética y moral.” “Camino a la gloria” y “Popstars” escapan al canon del reality modelo 2001 para registrar biografías de marginados. Pergolini prometió “directo al Real Madrid” y los aspirantes bajaron de los trenes decididos a seguir el camino, porque “el fútbol es todo y no queda otra que presentarse a la tele”, según un chico de Rosario. Sólo la tele podría sacarle el estigma de pobre como pasó con la modelo Grisel Pérez Ponce en “Súper M 2002” o con Lissa de Bandana. Marcos, ya eliminado de “Popstars”, está de vuelta en Rosario, sobreviviendo de changas. El primer día no se preocupó por los dientes quebrados, le habían dicho que “en la tele la plata lo arregla todo”. Los realitys prometen un futuro digno, una vía de escape, y sus jurados dignifican a unos pocos entre más de diez mil. El resto seguirá escuchando desde sus casas las palabras esperanzadoras que saturan en “Popstars”. Es un lema repetido, y dice: “El sueño es posible”.