Vie 30.08.2002

ESPECTáCULOS  › MARTIN PAVLOVSKY Y HORACIO ROCA EXPLICAN LA OBRA “EL AFINADOR”

El síndrome del “pianus arácnidus”

Uno actúa y toca el piano. El otro dirige. Juntos cuentan por qué idearon un unipersonal en el que el humor y la intriga se complementan.

› Por Hilda Cabrera

Pensando qué hacer en tiempos difíciles, y cuando se tiene voluntad de trabajar juntos, surgió El afinador, un unipersonal “sencillito, sin pretensiones”, donde el humor, incluso el más desmesurado y absurdo, se torna creíble en el contexto ideado por el actor y director Horacio Roca y el actor, músico y compositor Martín Pavlovsky. Ellos son los autores de un texto que apunta a regocijar al público. El espectáculo es breve pero sustancioso, no sólo por lo que se dice, sino porque además incorpora buena música, interpretada por Pavlovsky, a la vez único actor. Esta vez, Roca (quien actuará en un próximo estreno en el Cervantes: Stéfano, de Armando Discépolo) se ha circunscripto a la dirección.
¿Cómo imaginar a un afinador de piano portando entre sus herramientas un aro de metal, que en algún momento ceñirá su cuello, y elementos raros a su oficio, como un colador o guantes protectores? Sucede que este afinador es consciente de los peligros que acechan dentro de la caja del piano, el Pianus arácnidus, por ejemplo. En diálogo con Página/12, los artistas se refieren a la búsqueda del humor dentro de la intriga. “El humor no está como agregado. Debe surgir solo, de cada situación”, apunta Roca, atento a la condición de músico y actor de Martín y al descubrimiento de un lugar, en su opinión ideal para este tipo de espectáculo: “El barcito Kafka, que tiene un pianito y capacidad para 20 o 25 personas”. El valor de la entrada es de cuatro pesos, y la obra, de poco más de una hora, podrá verse sólo los viernes a las 21.30, en Paraguay 1846.
Este es el primer unipersonal de Pavlovsky, quien actuó en numerosas piezas de teatro y en recitales, complementados con imágenes audiovisuales. Aquí está solo, pero bajo la aguda mirada de Roca, cuya marcación es “detallista, precisa”, según el actor. Toca algunos temas de Astor Piazzolla (“La muerte del ángel”), del Cuchi Leguizamón (“La Pomeña”), otro de Gismonti, fragmentos de la sonata N 9 en la menor de Mozart y del concierto N 2 de Rachmaninoff; e introduce dos temas propios, uno de ellos nunca tocado en público: “Mal Mambo”. Visto desde fuera, una tarea agotadora, para la que Martín dice estar más entrenado en la música que en la actuación. Ahora mismo está componiendo la música para un próximo estreno de su padre, Eduardo Pavlovsky (una versión de Coriolano, que dirige Norman Briski), e integra el elenco de un espectáculo a estrenarse en el Presidente Alvear. En cuanto a la elaboración del texto, existe entre el músico y el director afinidad respecto de un determinado tipo de humor. “De algún modo, un antecedente nuestro fueron los sketches que escribimos juntos para un programa de televisión de Juana Molina”, aporta Roca.
–¿Conocen a un afinador con algunas de las características que aparecen en el espectáculo?
Roca: Este nació para facilitar el juego entre la palabra y la música. El hombre llega a un bar para solucionar un problema de último momento. Supuestamente, alguien debe comenzar su show, el público ya está esperando, pero el piano no está en condiciones óptimas. Mientras hace el diagnóstico e intenta arreglarlo, habla de cosas personales, que jamás pensó compartir con desconocidos. No es una reflexión sobre la música sino el armado de una situación verosímil en la que no quedaran cabos sueltos. En la que todo lo que se dice y hace, y los elementos que se usan, estén justificados. Además, ya se me están ocurriendo más “unidades”.
Pavlovsky: Eso me produce terror, aunque seguramente después esté de acuerdo, porque nos une un tipo de humor negro bastante parecido. Conozco afinadores que me impresionan por su sabiduría. Toco el piano, pero jamás iría a comprar uno sin el consejo de un afinador. Es impresionante la cantidad de mundos que caben en ese oficio.
Roca: Como en el teatro, el saber de algunos maquinistas y técnicos es muy amplio. Han visto tantas obras y a tantos intérpretes que ya no haycasi misterios para ellos. El actor y el músico comparten en general muy poco de esos saberes.
–¿Por eso el humor por momentos absurdo de “El afinador”?
Roca: Jugamos con el desconocimiento que cada uno tiene respecto de lo que hay dentro de la caja de un piano. Decir que ahí puede anidar el pianus arácnidus, cuya picadura produce una enfermedad que se llama locura acúfena, es un ejemplo.
Pavlovsky: Que padecí. No la locura pero sí un problema acúfeno, un sonido que, como dice el afinador en el espectáculo, uno escucha todo el tiempo adentro de la cabeza y no se puede concentrar en nada. Los otros no lo escuchan. Lo escucha uno. El humor de la obra es un poco el de los argentinos que tienen que resolver de una manera artesanal problemas que debieran ser solucionados con tecnología.
Roca: El punto de partida es el humor, y el deseo de que el público lo pase bien. Para nosotros es un desafío nuevo. Como dijo el filósofo Herbert Spencer, el conocimiento es como una esfera, que cuanto más se expande más puntos de contacto tiene con lo que se desconoce. Es bueno mantener la curiosidad.
Pavlovsky: Mi impresión es que en esta época en que los jóvenes y los mayores con posibilidades dudan entre irse o quedarse en el país, todo lo que hagamos es una apuesta a una salida. Nosotros apostamos al arte, a lo espiritual como se dice, y por ahí algo se abre.

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