Vie 06.09.2002

ESPECTáCULOS  › SE PRESENTO EL FILM COLECTIVO “11’09’01 SEPTEMBER 11”

Episodios sobre las torres

› Por Luciano Monteagudo

El estreno mundial, ayer en la Mostra, de 11’09’01 September 11 viene a poner en cuestión, una vez más, la razón de ser de los films en episodios, guiados por la convicción de que la sola convocatoria a una galería de grandes nombres puede garantizar la relevancia del proyecto. Tan en boga en los 60 y 70, cuando el cine europeo se podía permitir darles carta blanca a sus mejores realizadores para una experiencia piloto, los films colectivos como RoGoPaG, París vista por... o Bocaccio 70 fueron cayendo en el olvido, hasta que en esta temporada aparecieron primero en Cannes y ahora en Venecia dos nuevas colecciones: la serie Ten Minutes Older y esta evocación del atentado terrorista a Nueva York. La idea del productor francés Alain Brigand fue reunir a once directores de diferentes países y culturas, a los que les dio total libertad de expresión para reflexionar sobre las consecuencias del 11 de setiembre, con una única restricción: debían limitarse a una duración de once minutos, nueve segundos.
Como suele suceder con una antología de este tipo, no todos los films tienen un nivel equivalente, y algunos ni siquiera están a la altura de la responsabilidad que implicaba el proyecto. Entre las cumbres deben citarse aquellos cortos que, no casualmente, Brigand puso al comienzo y al final. La apertura a cargo de Samira Majmalbaf (La manzana) es brillante: una maestra iraní intenta explicarle a un grupo de niños refugiados afganos no sólo qué es lo que acaba de suceder, sino también qué es una torre, mientras los chicos discuten si Dios tiene o no la facultad de dar y quitar la vida. La clausura del veterano japonés Shohei Imamura no podría ser más relevante: la historia de un soldado japonés que, después de vivir la experiencia del frente de combate, se arrastra día y noche como una serpiente, le permite afirmar al gran director de La anguila que el hombre no siempre es digno de ser tal y que ninguna guerra es justa o sagrada.
Entre ambos extremos hay otros tres buenos momentos. El africano Idrissa Ouedraogo ofrece la pequeña fábula de un grupo de chicos de Burkina Faso que pretenden cobrar la recompensa por la captura de Bin Laden (25 millones de dólares), o en su defecto secuestrar a George Bush, considerando todo lo que podrían hacer por su país con esa plata. La hindú Mira Nair relata el caso real de un joven pakistaní, nacionalizado estadounidense, que por el solo hecho de ser paquistaní se lo sindicó como terrorista, para luego descubrir que el 11 de setiembre había dado su vida para salvar a gente que no conocía.
El inglés Ken Loach, con gran austeridad, pone frente a su cámara a un exiliado chileno que escribe una emocionada carta abierta a las víctimas de las torres, en la que les dice que va a recordar siempre ese aniversario, pero en la que también recuerda que el 11 de setiembre de 1973, también un martes fatídico, el gobierno democrático del socialista Salvador Allende fue derrocado con el apoyo de Henry Kissinger y el gobierno estadounidense, dejando decenas de miles de muertos y desaparecidos. Sobre los cortos del francés Claude Lelouch, el bosnio Danis Tanovic, el mexicano Alejandro González Iñárritu, el israelí Amos Gitai y el estadounidense Sean Penn no hay demasiado para decir.

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