Vie 06.09.2002

ESPECTáCULOS

“Cantamos cosas que molestan, que los poderosos nunca quieren oír”

Pedro Farías Gómez define así el sentido del encuentro “Tiempo de vocales”, una iniciativa federal que busca darle espacio a la creciente cantidad de grupos de todo el país.

› Por Fernando D´addario

La idea de “grupo vocal” admite un perfil homogéneo cuando se refiere al cuerpo social que la convoca, y la más absoluta heterogeneidad si de lenguaje musical se trata. Ambos planos confluyeron por fin, sin resignar atribuciones. Conjuntos diversos (por apuesta estética, búsqueda armónica, compromiso ideológico, distancia generacional y/o geográfica, entre otros items) comparten el ciclo “Tiempo de vocales”, que se desarrolla con muy buena respuesta de público en diferentes centros culturales de la Capital Federal. Los Huanca Hua, Opus Cuatro, Grupo Vocal Argentino, Las Voces Blancas, Santaires, Albahaca, Cantoral, Los Originales Trovadores y Quinteto Tiempo son algunos de los 28 grupos de todo el país que animan este encuentro, que seguirá hasta fin de mes con entrada libre.
Los conjuntos vocales arrastran, a su pesar, un prejuicio que los perjudica en ciertos ambientes de la música popular: la fama de “difíciles”, que deriva, por proyección falaz, en el mote de “aburridos”. Es probable que ambos calificativos hayan servido, en otros tiempos, como eufemismo para desacreditar a estas agrupaciones. Era lógico: cantaban, por ejemplo, a Armando Tejada Gómez, Hamlet Lima Quintana, Manuel J. Castilla. El silenciamiento tenía una raíz ideológica. Hoy, la marginación que sufren estos conjuntos obedece a una cuestión de marketing, la ideología del mercado. Los Huanca, las Voces Blancas, los Originales Trovadores, entre otros, son, para productores y programadores de grandes festivales “aburridos” y “difíciles” frente a la arenga de Soledad.
Un puñado de artistas se juntó para revertir esta situación. El año pasado, la primera edición de “Tiempo de vocales” sirvió como ensayo general. Doce agrupaciones, en su mayoría de Buenos Aires, lograron una excelente convocatoria de público en la sede del Colegio de Abogados. Hubo jornadas en las que quedó gente afuera. Para este año, decidieron redoblar la apuesta y ampliar el arco geográfico. “Quisimos darle al ciclo un carácter federal, apoyar a los grupos que surgen en todo el país. La idea es abrir puertas, porque durante muchos años nos cerraron los caminos y la mejor manera de revertir esto es juntándonos”, dice Estela Crisci, que lleva 37 años dándole su voz a Las Voces Blancas, lapso en el que fue testigo activa del boom y del debilitamiento de la tendencia impuesta por los grupos vocales. Los principales referentes de la movida trabajan en forma cooperativa. Sus integrantes se movieron esta vez para que los músicos del interior pudiesen viajar y alojarse en Buenos Aires. “Esto es una patriada”, reconoce Crisci.
Pedro Farías Gómez forma parte de una dinastía musical. Su sello es, más allá del incuestionable trabajo posterior de Chango Farías Gómez, los Huanca Hua, que revolucionó los arreglos vocales en el ámbito folklórico. “Además de los 30 mil desaparecidos hubo desaparecidos musicales. Nos desaparecieron a los Zupay, a los Andariegos, a nosotros. Cantamos cosas que molestan, que los poderosos no quieren oír”. Sin embargo, o quizás precisamente a partir de la censura (explícita durante la dictadura, tácita en tiempos democráticos), surgieron cientos de agrupaciones vocales en todo el país. “Yo sigo sorprendiéndome”, continúa Farías Gómez. “Ya recibimos mails de 300 grupos del interior que se quieren sumar. Es increíble, porque no hay casi lugares para cantar. No los difunden en ningún lado, pero de cada pueblo surgen grupos buenísimos que salen de los coros”. En el ambiente ya se habla de Las Pacheco (Córdoba), Libre Voz (La Rioja) y Los Jíbaros (La Plata), por citar algunos.
Hay un eje que agrupa a la mayoría de los artistas que participan del ciclo: la elección, para el repertorio, de buenos autores y compositores. Las canciones de Cuchi Leguizamón, Jaime Dávalos, Ariel Petrocelli, Chacho Müller, Eduardo Falú, Juan Falú, Eduardo Lagos, Hamlet Lima Quintana, entre muchos otros, recorren las listas de temas en los distintos escenarios. A partir de allí, cada intérprete toma diversos atajosartísticos. Los hay más tradicionales, como los Originales Trovadores (referentes indiscutibles, por su calidad y su fuerte compromiso social), están los “latinoamericanistas” (Quinteto Tiempo, de notable trayectoria) y los “vanguardistas”.
Esta etiqueta podría caberle a Santaires, un conjunto que presentará el martes 24 su nuevo disco, Dicho y hecho. “Somos seis instrumentistas que cantamos. Lo vocal es una de las facetas del grupo. Utilizamos la flauta traversa y el saxo, que no son convencionales, pero reconocemos la influencia de conjuntos impresionantes, como Los Andariegos y Los Nocheros de Anta”, dice Roberto Calvo, integrante de Santaires y uno de los coordinadores artísticos. Su diagnóstico es también una declaración de principios: “En los 60 cantar a los grandes poetas era popular. Después de la dictadura hubo una campaña muy grande de atontamiento. Hoy los productores subestiman mucho a la gente, juzgan sin saber qué es lo que tiene que gustar y qué no. Y se equivocan. Lo estamos comprobando con Tiempo de vocales”.

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