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Películas en los bordes
El alto grado de exposición que el cine español tiene en San Sebastián permite confirmar que, un poco a la manera de lo que sucede con el cine argentino, la cinematografía ibérica tiende a ser más vivificante en los bordes que en el centro. Mientras que la norma parecería corresponder a films irreprochables –pero también pedestres y anónimos– como Te doy mis ojos (fuerte candidata a llevarse algún premio), la anomalía la marcan ciertos cineastas que imprimen un sello fuertemente personal. Es el caso de los catalanes Cesc Gay y Jaime Rosales, de quienes aquí se vieron, respectivamente, En la ciudad (en competencia oficial) y Las horas del día (en la paralela “Made in Spain”). En la ciudad confirma las virtudes mostradas por Gay en esa pequeña joya llamada Krampack. Si allí el realizador ajustaba el foco sobre dos adolescentes más o menos en celo, aquí narra las crisis afectivas, matrimoniales y personales de un grupo de barceloneses más o menos acomodados, en las postrimerías de la treintena.
Premiada en Cannes, Las horas del día presenta el debut de Rosales. Se trata de un film tan sencillo y transparente como riguroso y anómalo. Hace brotar –con reflejos de El carnicero, de Chabrol, y L’argent, de Bresson– las más brutales erupciones asesinas, en medio de una abulia urbana que se supondría inmutable. Lo hace con sequedad y una puesta en escena ejemplar, en la que los planos fijos, el fuera de campo y el tempo interno de cada encuadre demuestran que Rosales es un cineasta en serio.
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