Más allá de la composición del personaje de Fran, Peña señala que lo más agotador de la faena es “estudiar los libros de memoria”. La exactitud de los diálogos en escena es uno de los puntos que garantiza la eficacia humorística de toda sitcom. Pero también el visto bueno de Sony, la cadena estadounidense que supervisa cada detalle del ciclo, desde la transposición de los guiones hasta la colorida ropa que viste a la nanny.
“La transposición fue muy complicada, pero la gente de la Sony no estuvo tan detallista. Nos dieron libertad: sólo hicieron hincapié en mantener la estructura de la historia”, señala Axel Kutchevasky, encargado de la adaptación de los guiones junto a Diego Alarcón. De hecho, la versión local del ciclo hace los mismos chistes pero utilizando la realidad argentina (la inseguridad en la casa de Flor, en Lanús) y sus figuras (Pepe Cibrián, Marcelo Tinelli, Adrián Suar, Horacio Cabak). Pero los adaptadores aclaran que lejos están de agregarle costumbrismo al ciclo. “Estamos trabajando sobre otro concepto: acercar lo realista a lo verosímil, que son cosas diferentes”, apunta Alarcón. “La niñera es volver a contar La cenicienta. Sabemos que en el país no hay mayordomos, que hay agencias de niñeras pero no funcionan como lo hacen en la ficción. No somos ilusos. La idea es jugar dentro de este universo de fantasía, esta caricatura del mundo real. El ciclo es La niñera, versión local, pero con las convenciones que el espectador acepta cuando se sienta a ver ficción televisiva”, detalla. El otro punto fuerte de la serie es el peculiar vestuario de la protagonista, con trajecitos con lunares, corazones y otras aplicaciones de tonos fuertes y contrastantes. “El trabajo es arduo pero divertido”, señala Georgina Duarte, encargada del vestuario. “En primer lugar –detalla–, porque acá no hay canjes de ropa como en las tiras o novelas: ninguna casa de moda tiene los modelos que se necesitan. Hay que hacerlos a mano y con mucha imaginación. Y, además, porque el personaje necesita al menos cinco cambios de ropa por capítulo, contra los protagonistas de una novela que tienen un cambio de ropa cada dos días.”