Por Enrique Pinti

Lo mío no es un texto escrito sino una reflexión. Me llaman casi como amuleto, porque desde el primer Teatro x la Identidad dije unas palabras al comenzar el ciclo y otras al terminar; incluso en el 2002 hicimos el número final de nuestro espectáculo Candombe nacional. Lo bueno de esta propuesta es que Abuelas está abierta a cualquier tipo de teatro. Lo que quieren es movilizar. No te señalan de qué hablar. Lo mismo pasa con las obras. Al comienzo fueron un poco lúgubres. Era natural. Pasado el tiempo, se incorporaron el humor, lo grotesco, la sátira, lo musical. No puedo decir que lo mío es “el alivio cómico”, porque uno, realmente, quiere poner un poco de humor, pero cuando piensa por qué está en esto se le viene el humor al piso. Pero a las Abuelas no se les cae al piso. Y eso es muy importante: que puedan hacer esto desde la alegría de no haber muerto ni de haberse dejado vencer. Además es bueno que, a lo largo de tantos años, no hayan cedido a la tentación de la politiquería ni el proselitismo sino que se hayan metido de lleno en el objetivo de recuperar a los chicos sin revanchismo ni venganza, y sin esa cosa de ponerles el revólver en la cabeza y decirles “tenés que saberlo”. Lo que ellas proponen es “si querés saber, averiguá, porque va a ser muy interesante saber quién sos. No es obligatorio: si te gusta, bien, y si no te gusta el resultado, podés quedarte como estabas”. Ofrecen un abanico de posibilidades tan grande que sólo el amor lo puede producir.