Poetisa, juglaresa, narradora del disparate, sintetiza una imagen del torrente creador en todos los géneros que aborda: poesía y narración para adultos y para niños; compositora de música y letrista; guionista de teatro y televisión, cantautora. Armadora de palabras, multiplicadora del humor y del absurdo, dueña de la sátira y la ironía, transgresora de lo solemne, defensora de la irreverencia literaria, María Elena Walsh marca un hito histórico en la poesía y la narración para niños, a partir de la década del ’60.
María Elena no proporciona golpes bajos, no aniña la poesía ni la hace sensiblera. Esquiva el sabor escolar conservador y adhiere al desenfado, al manejo del equívoco, a la palabra de entrecasa, desde el humor y el disparate. Sus letras ya son folklore, comenté hace unos cuantos años. Algún título, algún verso o personaje forman parte del discurso político y cotidiano: el país jardín de infantes, el reino del revés, el país de nomeacuerdo. Quizás el mejor homenaje es decir que María Elena pasó a la “oralidad”.

* Profesora en Letras, actual presidenta de Alija (Asociación de Literatura infantil y juvenil de la Argentina).