- Adriana Lorenzón (Los Roldán): “Acá hay 90 PNT por capítulo y es un verdadero problema para el autor. Más allá de que no vemos un peso, cuando se pone a otros guionistas publicitarios a trabajar en un programa, perjudican al equipo autoral. Me parece una barbaridad, es tedioso, y no siempre lo acepto”.
- Ricardo Rodríguez (Los secretos de papá): “Los arreglos comerciales son siempre a título personal, y eso es un problema. Nosotros, los guionistas, no tenemos un sindicato, y no participamos en general de las ganancias por la venta al exterior. En todo caso, eso depende de la relación particular que haya construido cada uno”.
- Michelina Oviedo (directora de la escuela Guionarte): “Predomina el tono del griterío. Se encuentran dos personajes, y va aumentando el volumen en situación de confrontación permanente. Debería haber más fluidez narrativa, enganchar al espectador desde otro lugar, y tener un concepto de conflicto más claro. No se entendió cómo operativizar el clásico de la oposición de fuerzas. Faltan escuelas, formación, maestros, interpretación para llegar a entender a la acción dramática en televisión”.
- Pablo Fidalgo (guionista en Cablín, TyC Sports y América Sports): “No tenemos ninguna pauta o regla para defender el trabajo: ni cómo ni cuánto se cobra. Estamos indefensos, hay que ver de qué se trata, intuir cuál es la realidad de una producción, para no estar laburando sobre la nada. Haría falta seriedad: que se estableciera un mínimo para no explotar a los guionistas que recién empiezan y a los dialoguistas, haciéndolos escribir y no pagándoles nada. ¡Todos pasamos por esa situación!”.
- Marcela Guerty (guionista de Padre Coraje): “Tal vez señalaría el hecho de tener que atarnos al diseño de producción, que lo hace la productora. Pero el mayor problema es no disponer del tiempo suficiente para armar las historias; se labura con mucho vértigo. La solución sería hacer novelas más cortas, con mayores posibilidades de preproducir, pero es un imposible: ¡el mercado no lo permite!”.