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Los músicos hablan de él
La Orquesta de Federico funciona como una gran familia, con códigos compartidos durante años. Entre las complicidades de las giras son recordados algunos partidos de fútbol “orquesta contra staff”, que supieron disputarse. Aquí, algunos músicos de la Orquesta definen a Leopoldo Federico.
- Nicolás Ledesma, pianista de la Orquesta desde 1992: “En la Orquesta sabés que te jugás la chapa, que vas a transpirar la camiseta. Leopoldo te hace sentir que es uno más, y él no es uno más, es una figura. Tocó en las orquestas más importantes de la historia del tango y es el mejor bandoneonista de los últimos años. El siempre va a estar defendiéndote como compañero, haciéndote sentir cómodo. Acá no hay alardes, ni es un torneo de quién toca más notas, es una orquesta clásica de tango de las que ya no hay. Nosotros lo empujamos para que siga porque nos da un placer muy grande tocar con él, y él tomó la decisión de morir con su orquesta. Para un tanguero clásico como Leopoldo, con su formación, la que satisface todas las inquietudes artísticas es la orquesta, él se crió con eso. Tiene en la cabeza ese sueño y no se va a bajar de ahí. Es un gusto que se puede dar”.
- Antonio Príncipe, bandoneonista, integra la Orquesta desde su formación, en 1958, y toca con Federico desde 1944: “Leopoldo tocando es una cosa tremenda, es toda la belleza que se le puede pedir al bandoneón y al tango. Yo aprendí tanto a su lado, cada ensayo es una lección de bandoneón. Cuando empezamos a tocar juntos yo tenía 18 años y él 17 y medio. Es una vida juntos, y seguiremos hasta que nos dé la fuerza para tocar el bandoneón”.
- Horacio Cabarcos, contrabajista, 27 años en la Orquesta: “Trabajar con Leopoldo es una sorpresa diaria, porque él nunca toca de la misma manera, así que siempre sorprende con lo que puede salir de su interpretación. Todos dicen: ‘Cómo toca Federico’, pero cuando uno está a su lado, dentro de la Orquesta, toma dimensión de lo que es. El pasa por encima con el sonido, frasea distinto cada vez, se queda, apura, atrasa, toca de acuerdo a su estado de ánimo, y hay que estar muy atento para seguirlo. Como tantos otros artistas nacionales, Federico no está bien cuidado. Desde el ’87 que la Orquesta no entra a un estudio de grabación. A un artista de su nivel se lo podría haber aprovechado tocando un concierto con una orquesta estable del Colón, con una orquesta filarmónica, cosas que sí ha hecho en el exterior. A él, como a otros, hay que cuidarlos como se los cuida en otros países”.
- Pablo Agri, violinista, entró a la Orquesta el año pasado, es el integrante más nuevo: “De Leopoldo me maravilla la entrega que pone cada vez que pone el bandoneón en sus rodillas, aunque sea en el ensayo más chico. El ensaya y toca como si estuviera actuando. Además de ser un musicazo, en el aspecto humano es un tipo sumamente generoso. Protege a la Orquesta como a un chico, porque no quiere tocar solo. Cuando presenta a sus músicos es muy cariñoso, y de la misma forma que nos presenta, nos trata. Es un grande. No es común encontrar tan buena gente, ni en el ambiente ni en la vida”.
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