Mié 18.05.2005

ESPECTáCULOS • SUBNOTA

Diego Peretti y su variedad de psi

Después de su papel en Locas de amor, Diego Peretti se mantuvo más o menos alejado de las tablas. Ahora, mientras termina el rodaje de Tiempo de valientes, está por irse a Madrid con el estreno de No sos vos, soy yo. La madre de Pere-tti era republicana, se vino al país durante la dictadura de Franco y no volvió más a España. “Yo tampoco fui nunca a Madrid, ellos vivían en la calle Alcalá 50. Siempre me quedó en la cabeza cómo será eso de vivir en Madrid. No me hice ciudadano europeo, es como una vuelta triunfal, mejor que volver de turista.”
–¿En qué se diferencia el psiquiatra de Locas de amor del psicoanalista de Tiempo de valientes?
–En principio, el personaje de Locas... es un psiquiatra clásico y el psicoanalista este es un personaje, por el género de esta peli, más naturalista. Por cómo empieza la película, casi no hago de psicoanalista, sino que me veo envuelto en un mundo extraño. Es la mezcla de la vida ciudadana con la policial. Es una especie de comedia policial.
–Sigue trabajando con Szifrón, su director fetiche.
–Su primer corto lo hizo conmigo. A mí me lo presentó un amigo, Esteban Studen, que trabaja en la ORT. Me trajo un guión para hacer un corto, y el guión era tan bueno que dije que sí. Raras veces uno recibe guiones tan bien escritos. Después hicimos un mediometraje: El día final. Hay otra diferencia, también, con Los Simuladores. Está corrida del materialismo. Eran cuatro superhéroes, en este caso es un hombre normal, cuyas circunstancias lo llevan a actuar de héroe.
–¿Cómo se lleva con los rodajes?
–Tenés que ser como una especie de paladín, hay que concentrarse mucho. En Estados Unidos estás seis meses para hacer un personaje. Yo no tengo seis meses, pero lo quiero hacer como Lawrence Olivier. Las excusas no se filman. No se puede ir a la puerta del cine a explicar que no se hizo algo produce mejores obras. Los personajes se luchan en la cancha. Durante la urgencia extrema se usa la racionalidad del sentido común.
–Usted usa el silencio como un recurso humorístico, ¿es consciente?
–Lo más importante es escuchar, saber hacerlo. Dejas de pensar en el pie, en la línea que tenés que decir y escuchar a tu partenaire, relajar la imaginación. El actor Martín Adjemián dice que hay que saber esperar, en el set uno anda como sonámbulo, trece o catorce horas. Me acuerdo de Taxi un encuentro que tenía que hacer una mirada muy fuerte cuando se llevaban a la chica. La trama era así: yo dejaba en la calle a una chica, porque era un ladrón y no podía ir al hospital. Pero la dejaba en un lugar y esperaba que viniesen a buscarla. Pero rodamos como a las seis de la mañana, la directora estaba muy nerviosa y yo tenía que olvidarme de todo el entorno y mirar a la actriz, apurado, porque estaba amaneciendo. Además, uno llega al set y te peinan, te arreglan, viene el iluminador, te saca un flash. Es muy hinchapelota. No sé quién, si Tom Cruise o Madonna leí por ahí, que tenían prohibido por contrato que los técnicos los miraran a los ojos.

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