“La isla... es un homenaje, a través del laboratorio que Darwin lleva de un lado al otro caminando como un pingüino, a los esfuerzos que en materia de investigación sobre la hidatidosis ha hecho mi mujer con su equipo en la Universidad del Comahue. El carrito de Darwin es una metáfora de cómo trabajan los científicos en la Argentina. La obra nace de la necesidad de convocar una serie de personajes identificables con la Patagonia. Darwin y Saint Exupéry y, por otro lado, una enfermera alemana que vivía en Esquel que había sido discípula de Freud y la cantante lírica (mi abuela Adele Olschki) y el vendedor de libros, que soy yo. Mis estudios universitarios lo hice trabajando como vendedor de libros. Pude contar mi historia a través de este personaje.” De De escénicas y partidas, de Alejandro Finzi.