Lo que se llama “la realidad” siempre estuvo en mis poemas. En Matar un animal, el argot de las armas no aparece por casualidad. Susy secretos del corazón es sobre clichés culturales que nos modelaron. En el reciente Plegarias, las referencias políticas son más reconocibles, pero la escritura no es realista. Creo que el lenguaje, desde la comunicación y la educación, impone una forma de pensar y de ver el mundo, por lo que estallar ese lenguaje me parece la mejor forma de oposición. Pero también creo en que hay que tener algo para decir. Plegarias es la desesperación de ver a través de un vidrio, no por distante sino por mirar a lo lejos. Durante el 19-20 de diciembre yo releía en un café El 18 Brumario de Marx, sabiendo ya que piquete y cacerolas no serían una sola lucha. No me sucedió un antes y después del 2001, ya había habido muertes por ejemplo en el puente Chaco-Corrientes. Pero es verdad que en general una válvula cedió por acumulación y ese desborde imprimió todo. Una tarde, con Diana Bellessi fuimos a leer poemas como parte de las actividades para sostener la toma de la Brukman y, aunque se nos mezclaba cierta sensación de efímero, estábamos embargadas por esa plaza llena de carpas donde se realizaban asambleas. O cuando fuimos a leer con ella y con Paula Jiménez a la asamblea de San Telmo, en un baldío lleno de velas que hoy es un local levantado con las recaudaciones de esos recitales. Va a terminar, pero que no sea pronto, pensábamos. Creo que las muertes de Kosteki y Santillán, entre otras cosas, acabaron con la fiesta. Diana y yo, que llegamos a agarrar algo de la época