Arbol se formó en Haedo en agosto de 1994 y un mes después debutó en vivo. De a poco, la voz corrió por el oeste del Gran Buenos Aires: los conciertos de la banda eran una liberación de adrenalina en la que, con el hardcore como base, se metían el folklore, el pop y el hip hop, a menudo dentro de la misma canción. Su primer disco, Jardín frenético, fue autogestionado y le sirvió a la banda para desembarcar en la Capital. Los músicos les llevaron una copia a sus colegas de Café Tacuba, quienes se la hicieron escuchar a Gustavo Santaolalla. Cuando los Arbol intentaron contactar al productor estrella del rock latino, éste les dijo que ya los conocía y les propuso firmar para Surco. Pero la incorporación a las grandes ligas fue traumática: debieron alejarse el bajista y el baterista. Y este último, Matías Méndez, era un caso especial, porque era el fundador y compositor principal. Sin embargo, la nueva formación logró un disco muy elogiado (Arbol) y, con el aval de Santaolalla, giró por México y Estados Unidos. El tercer álbum, Chapusongs, salió en plena crisis post 2001, pero a la banda le dio buenos resultados insistir con ese puñado de buenas canciones: llegó a Cemento, luego a El Teatro, y logró buena recepción en el primer Quilmes Rock. Para la segunda edición del festival, Arbol tuvo un lugar más central en la grilla, que aprovechó para adelantar los temas de Guau!, el cuarto álbum. A fines del año pasado, el quinteto debutó en Obras.