LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Dos miradas sobre la manera como los medios informan o tratan lo real, sus omisiones y complicidades. María Graciela Rodríguez lo hace reflexionando sobre la perspectiva informativa de los medios que emiten desde Buenos Aires acerca de las problemáticas y los actores del interior del país
› Por María Graciela Rodríguez *
La Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta realizó recientemente un seminario al que tuve la inmensa fortuna de ser invitada. El encuentro estuvo dedicado, para decirlo en pocas palabras, a reflexionar sobre las nuevas formas que asume el capitalismo a partir de lo que se conoce como agronegocios. En el caso de Salta, estos agronegocios afectan principalmente a la zona chaqueña, donde habitan diversas comunidades originarias.
Hasta el momento, la convivencia entre poblaciones aborígenes y la clase tenedora de la tierra había sido particular: grandes propietarios de fincas, dueños de ingenios y empresas agroindustriales les “permitían” vivir allí, en unas tierras de las que, históricamente, ya se sabe, fueron expropiados en la etapa colonial. Una suerte de “capitalismo agrario familiar” funcionaba como encuadre para la explotación de la tierra, manteniendo así los asentamientos de los pueblos tradicionales. Pero algo cambió en la economía global y en las últimas décadas el valor de esas tierras se elevó. Entonces los propietarios vendieron sus hectáreas al mejor postor, es decir, a empresas transnacionales con pocos escrúpulos respecto de los habitantes ancestrales, y menos aún por la observación de un desarrollo sustentable del medio ambiente. Día a día el impresionante desmonte del Chaco salteño va de la mano de la expulsión de los asentamientos comunitarios, produciendo en poco tiempo un mapa cercano a la desolación, el desierto y la pobreza.
Quienes organizaron este seminario en la Universidad Nacional de Salta tuvieron la sensibilidad de convocar también a dirigentes de organizaciones indígenas para intentar fortalecer el diálogo entre la academia y las comunidades afectadas. En ese diálogo, los salteños estaban pensando lo local para poder pensar lo nacional y lo global. Echaban mano de la historia, la antropología, la agronomía, las ciencias del ambiente, la sociología, la comunicación, para tratar de comprender de qué está hecho este nuevo horizonte, con qué elementos se está reorganizando el capitalismo actual. Impactada por la profusión y la contundencia de las investigaciones y de los testimonios, también me preguntaba cuántos países hay en este país, qué nos pasa que estos temas se invisibilizan en las agendas nacionales, qué perspectivas de futuro tiene una nación que es sorda y ciega a las profundas transformaciones que están ocurriendo ahora, en este preciso momento, en el borde mismo de la nación.
Durante tres días nos sumergimos en una problemática compleja, plagada de vericuetos que, no obstante, se revela de urgente solución. Los académicos reunidos allí presentaron los resultados de investigaciones que, desde diversas perspectivas, analizaban la cambiante realidad; los líderes de las organizaciones exponían sus derroteros en la maraña de tramiteríos, audiencias solicitadas, negaciones y sorderas de los gobiernos provincial y nacional. Ironizaban con que “Dios atiende en Buenos Aires”, y yo no podía dejar de preguntarme: ¿qué significa “Buenos Aires” en las palabras de una dirigente wichí?
Con una culposa (o humillante) sensación de “porteñidad”, llegaba al hotel, prendía la tele, y allí estaba TN, una señal de alcance “nacional”, mostrando un bache en la avenida Figueroa Alcorta; contando las últimas novedades del farandulero Ricardo Fort; detallando la oferta cultural para la noche en la ciudad capital; advirtiendo sobre la posibilidad de un temporal, mientras en Salta brillaba el sol. ¿Qué significa “Buenos Aires” para la dirigente wichí? ¿Qué significa “Buenos Aires” para un salteño? ¿Y qué significa “Salta” para la televisión, además de un renglón en las temperaturas pronosticadas? ¿Qué significa “soja” para los medios nacionales y qué para las dirigencias wichí, guaraní, diaguita?
La nueva Ley de Servicios Audiovisuales tiene previsto el otorgamiento de licencias a los pueblos originarios, para la creación de medios de carácter público no estatal. La ley reconoce a los Medios Indígenas Públicos como cuarto prestador de Servicios de Comunicación Audiovisual, para diferenciarlos de los medios privados, los estatales y los comunitarios. Quizá, de este modo, algún día nos enteremos de los múltiples significados de algunas palabras, especialmente los que importan para aquellos que nunca la tuvieron. Ojalá.
* Doctora en Ciencias Sociales. UBA/Unsam.
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