LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Eva Fontdevila y Emanuel Gall, desde Abrojos Colectivo de Educación Popular (Tucumán), y Silvia Bacher (Las Otras Voces) aportan experiencias de trabajo en comunicación orientadas a desarrollar las capacidades de niños, niñas y adolescentes y a fortalecer sus derechos. El papel de las organizaciones sociales y la responsabilidad del Estado.
› Por Eva Fontdevila y Emanuel Gall *
Desde Tucumán
El 20 de noviembre es una fecha significativa para la lucha por los derechos de la infancia. Se conmemoró un nuevo aniversario –el vigésimo primero– de la sanción de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.
Lo que ha ocurrido desde su sanción hasta ahora habla de la vocación de miles de personas de todo el mundo en su compromiso con las infancias que supone, como mínimo, la voluntad del Estado y las organizaciones de la sociedad civil de aportar a la construcción de políticas públicas que consoliden lo que mandan las leyes.
Desde el mes de junio de 2010, en Tucumán, el Colectivo de Educación Popular Abrojos coordina el proyecto “Red de Jóvenes Comunicadores Tucumanos”, un espacio de capacitación y producción comunicacional protagonizado por jóvenes de entre 10 y 18 años de distintas localidades de la provincia. Se trata de la continuidad del proyecto “La Escuela en la Radio”, llevado adelante en 2008 y 2009, con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia.
Este proyecto trabaja con jóvenes convocados por escuelas públicas y privadas, con niños y adolescentes que viven en cinco institutos y hogares dependientes de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia (Dinayf) del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia y con los jóvenes del Programa Chicos en Situación de Calle.
El objetivo del proyecto es trabajar en la reflexión sobre los derechos de los jóvenes y las posibilidades de su ejercicio efectivo, y crear piezas de comunicación de difusión masiva en lenguaje radial, gráfico, blog y audiovisual, que ayuden a multiplicar la visión de la Convención sobre los Derechos del Niño y el cambio de paradigma en cuanto a la concepción de los jóvenes como sujetos de derechos.
En Tucumán se sancionó, en mayo de 2010, la Ley Nº 8293 de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, como adecuación a la Ley Nacional Nº 26.061. Aunque todavía queda un largo trecho para desandar las concepciones “adultocéntricas” del sistema de patronato, existe en el Estado provincial un acuerdo general acerca de la urgencia de crear mecanismos administrativos e institucionales para su cumplimiento.
El proyecto se encuentra atravesado por los principios de la Convención y las Ley de Protección Integral e incluye centralmente, talleres quincenales de comunicación y derechos, un programa de radio, Seguí participando, encuentros semanales en los hogares e institutos del MDS, la cobertura de eventos artísticos, culturales, científicos, académicos, ajenos al grupo, un weblog del proyecto, etcétera.
Una de las convicciones de partida es que todos los chicos y chicas son sujetos de derechos, tal como postula la Convención de los Derechos del Niño. Esto implica el reconocimiento de su protagonismo como actores activos del cambio dentro de los espacios en los cuales se desarrollan: la familia, la escuela, la calle, las instituciones estatales, la comunidad, etc. Sus pensamientos, ideas y opiniones tienen valor y legitimidad. No deben esperar a ser refrendados por los adultos. De ahí que se esperen el fomento y la multiplicación de espacios adecuados para su plena participación y desarrollo.
Tanto los talleres como el programa de radio, el blog, los eventos, etc. se proponen como lugares para expresarse libremente, conocer, debatir, reflexionar sobre sus derechos, inquietudes, necesidades, proponer temas, decidir sobre la agenda y hasta generar algunos niveles de incidencia sobre las definiciones públicas, interactuando con los adultos en general y funcionarios en particular.
Que los niños sean sujetos implica, entre otras cosas, que la infancia no se considera desde las carencias, una etapa vital que supone algo que no se tiene, o un pasaje incompleto hacia la adultez, sino como una etapa legítima y muy importante de la vida. Por otro lado, para los adultos implica reconocer y hacerse cargo de la existencia social de múltiples maneras de ejercer discriminación respecto de los niños y niñas.
Una aproximación interpretativa del proceso desarrollado hasta el momento arroja que la cultura institucional, tanto de los hogares e institutos, como de las escuelas, todavía cuenta con innumerables elementos conceptuales que riñen con los criterios del nuevo paradigma.
El camino que hay que dar para que la Convención se haga carne en las personas es muy largo; pensar en clave de derechos conlleva un esfuerzo por realizar una autocrítica que problematice los modos con los que construimos nuestros propios vínculos para comprender la necesidad de superar formas opresivas y cercenadoras de las posibilidades de “ser más” de cada ciudadano.
* Coordinadores de Abrojos Colectivo de Educación Popular (Tucumán). www.abrojos.org
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