LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
A propósito de Julian Assange y sus nuevas iniciativas, Ximena Schincha analiza la estrategia del “terrorista de alta tecnología” para subvertir el poder mediático.
› Por Ximena Schinca *
Si el guión de la realidad se escribiera en clave borgeana, quizá nos anunciaría que Julián Assange será recordado como “un secreto y glorioso capitán de conspiradores” que “divisó y no pudo pisar la tierra prometida” y “pereció en la víspera de la rebelión victoriosa que había premeditado y soñado”: subvertir el orden del poder mediático. O tal vez, nos susurraría que el fugitivo fundador de Wikileaks les da letra a los guionistas de su historia –y la nuestra– no sin copiar otras ficciones. Reales, imaginarias.
En esa escritura vertiginosa, el “terrorista de alta tecnología” –como lo definieron Joe Biden y Mitch McConnell– volvió a la carga para difundir más de 1,7 millón de documentos de la diplomacia estadounidense correspondientes al período 1973-1976. Parte de esos cables conciernen al secretario de Estado Henry Kissinger y aportarían, según denunció Wikileaks, “importantes revelaciones acerca de las relaciones de EE.UU. con dictaduras fascistas” en Latinoamérica, la España de Franco y la Grecia de los coroneles. Los documentos ya habían sido desclasificados en 2006, pero su sentido permanecía indescifrable. “Orwell dijo una vez que si quien controla el presente controla el pasado, quien controla el pasado controla el futuro”, sostuvo Assange en conferencia de prensa, el pasado 8 de abril. Desde su confinamiento en la embajada ecuatoriana en Londres, agregó que “no podemos confiar en que el gobierno estadounidense controle nuestro pasado” y que para evitarlo el equipo de Wikileaks desarrolló PlusD: una biblioteca pública y digital que ordena los distintos cables que la organización recopiló hasta el momento.
Es la segunda movida que arriesga el “anticristo mediático” en lo que va de 2013. En entrevista al sitio australiano The Conversation (18/02), Assange había anticipado que armaría un partido político para presentarse como candidato a senador en las elecciones de Australia, evitar la extradición a Suecia donde es acusado de agresión sexual y recuperar su libertad. Héroe o traidor, según quien arme la trama, el fundador de la “agencia de inteligencia del pueblo” continúa enredando el relato globalizado que se intimida con su protagonismo y pergeñando la estrategia del Wikileaks Party. En diálogo con Página/12 (9/2012), Assange ya había recargado sus críticas a los medios y atacado a las redes sociales. Entonces dijo que los grandes medios son “esencialmente corruptos”, sostuvo que Facebook es “algo abominable y extremadamente peligroso” al servicio de la CIA y argumentó que en la centralización de Twitter habita su mayor amenaza. Que los medios tradicionales hubieran difundido información proveniente del antiimperio mediático “ya era suficientemente pasmoso”. Que un ex hacker derribe las ilusiones revolucionarias de las redes sociales “es inconcebible”, le apuntaría Borges a una realidad-virtual desorientada.
Sin otra escapatoria que la hospitalidad ecuatoriana, el muchacho punk continúa su batalla en carrera hacia las urnas australianas, esquivando destinos ya escritos por otros: desnudas y tortuosas reclusiones en la prisión de Guantánamo. Al mismo tiempo, desarma teorías de la información e incita a un activismo político que alberga a su costado más (tecno) optimista. “Hemos radicalizado y educado políticamente a la juventud de Internet y la juventud de Internet es ahora la mayoría de la juventud”, le aseguró entonces a Santiago O’Donnell. En su estrategia de fuga perpetua, tal vez, Assange recurra a los beneficios centralizados de Twitter. Quizá, se aproveche de la masividad de la prensa y socave, traidor, los postulados furtivos de la maquinaria mediática. O hasta se ampare en los refugios de la política partidaria, mas no dejará de jactarse de su anarquismo gregario. “Siguiendo el estilo descentralizado de Wikipedia, en estructuras generadas por los usuarios, podemos prescindir de los burócratas. El partido será incorruptible y permanecerá unido por su ideología. Y a quienes no acepten el principio de transparencia se les pedirá que se larguen”, aseguró en su diálogo con John Keane para The Conversation.
Por el momento, las filtraciones de los expedientes Wikileaks no han vuelto a inquietar a la diplomacia estadounidense. Tras entrevistarlo, el profesor Keane aseguró que la victoria electoral de Assange “sería uno de esos raros milagros políticos que hacen que la vida de un ciudadano valga la pena”. Quizá nunca se conozca el verdadero desenlace y ni siquiera exista algún Ryan con intenciones de develarlo. Hoy el presente lo arrastra a devenir bicho de biblioteca. Con algo de suerte, a lo mejor Borges lo consuela y le sopla algún destino: “Que seas ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, tu enorme biblioteca se justifique”.
* Coordinadora del Departamento de Género y Diversidad de la SID (www.sidbaires.org.ar) @ximeschin
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