Mié 23.09.2015

LA VENTANA  › MEDIOS Y COMUNICACIóN

Niembro y los periopublicistas

A propósito de las denuncias contra el periodista Fernando Niembro, Gustavo Bulla plantea la necesidad de fijar la mirada sobre los periopublicistas y las regulaciones que debe observar el Estado para pautar publicidad.

› Por Gustavo Bulla *

El caso del periodista deportivo Fernando Niembro, beneficiario de contrataciones directas por cifras millonarias por parte de la administración del PRO de la ciudad de Buenos Aires, ha ocupado un gran espacio en los medios de comunicación en las últimas semanas. Y con justa razón, ya que el comentarista de fútbol encabezaba la lista de candidatos a diputados nacionales de la coalición Cambiemos en la provincia de Buenos Aires hasta que decidió dar el paso al costado que tanto le reclamaron.

Se ha denunciado la vulneración de normas administrativas del estado porteño para la contratación de servicios, se han abierto interrogantes de carácter ético sobre la amistad del periodista con el jefe de Gobierno, se cuestionó que la empresa La Usina fuera creada al solo efecto de brindar servicios a un único contratista y que no cuenta con empleados registrados legalmente. Todas evidencias de irregularidades que el juez a cargo de la causa deberá examinar.

También hemos asistido al insistente pedido de renuncia a la candidatura de Niembro por parte de periodistas como Jorge Fontevecchia, Marcelo Longobardi y Joaquín Morales Solá, entre otros, y nada menos que desde una nota editorial de La Nación. Seguramente más en un intento de reducir costos, para que no se hable más del tema y que la figura de Macri siga gozando de indemnidad mediática, que de esclarecer lo ocurrido. No obstante, el ex candidato ha sido imputado por el presunto delito de lavado de dinero.

Sin embargo, poco y nada se dijo sobre la modalidad muy extendida de los periopublicistas, ni de las regulaciones que debe observar el Estado para pautar publicidad y su vinculación con las transmisiones deportivas.

La mayoría de los periodistas más destacados de la radio y la televisión comparten su actividad informativa con la administración de importantes carteras de anunciantes, mala costumbre surgida al calor del neoliberalismo y naturalizada en los medios argentinos. ¿Existe un conflicto con la ética profesional? Sin dudas. No obstante a ningún comunicador que entrevistó a Niembro le llamó la atención.

Como toda defensa, el tristemente célebre vocero de los indultos de Menem a los genocidas, ensayó un “aquí no hay nada raro; yo me presenté a compulsas de precios para intermediar entre el Gobierno de la Ciudad con la radio y con Fox, y gané porque ofrecí los mejores descuentos”. Y nadie le repreguntó si consideraba compatible ser empresario publicitario y a la vez periodista, y en oportunidades hasta locutor de los mismos avisos. Tampoco le preguntaron cuándo dice la verdad: cuando elogia a un anunciante, cuando elogia a un deportista, o nunca.

La otra cuestión no pensada en torno del “caso Niembro” es el lugar común respecto de que Fútbol para Todos debe financiarse con publicidad comercial. ¿No será esto lo que reclaman los opositores a la televisación gratuita del fútbol argentino? Es decir: vía libre para el tráfico de influencias, para la superposición ética de tareas, para el desvío y/o blanqueo de dineros públicos y privados, para la compra de voluntades.

En una nota de archivo fílmico del año 2000, recientemente rescatado, un ofuscado Fernando Niembro le decía al cronista Camilo García que “vivimos en un país capitalista, el que quiera ver fútbol gratis que se vaya a vivir a Cuba”. Quince años después, la Argentina sigue siendo capitalista, sin embargo la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, como la decisión política desde hace seis años, avalan que cada fin de semana los argentinos, vivan donde vivan, puedan disfrutar del deporte más popular.

El caso Niembro no debería terminar sencillamente con la renuncia a su candidatura. Ese gesto voluntario o forzado –vaya a saber– de lealtad partidaria deberá ser valorado por los simpatizantes de esa fuerza centroderechista.

El conflicto de intereses que se ha exhibido públicamente para quien quiera verlo es una práctica profesional que no es ilegal pero que carece de legitimidad social. Es más, en tanto el público en general la desconoce, tranquilamente podría considerarse burlado en su buena fe.

La única diferencia entre aquellas famosas hamburguesas sospechadas de estar contaminadas que fueron deglutidas en cámara por Bernardo Neustadt y Daniel Hadad y el caso Niembro es que ahora conocimos las enormes cifras cobradas y los procedimientos administrativos vulnerados.

* Profesor e investigador en políticas de comunicación, UBA/UNLZ.

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