LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
A partir de la afirmación de que la gestión es una forma de transmitir mensajes, Nelson Cardoso analiza algunas de las medidas recientes del presidente Macri.
› Por Nelson Cardoso *
Leer el contexto como un texto
La frase del título es de Alfredo Carballeda (magister en Trabajo Social y docente de la UBA, la UNLP y la Univ. N. de Entre Ríos) y hace referencia a ciertos aspectos de la acción de intervenir en lo social. “El barrio, las viviendas, las instituciones, se nos presentan como textos a develar e interpretar; textos que en definitiva remiten a un orden gramatical fuertemente marcado por la singularidad de quiénes escriben y reescriben las diferentes inscripciones”.
El cuerpo de una organización “habla” y transmite mensajes bien claros: sus espacios, los no espacios, sus paredes, carteleras, cuadros, imágenes; constituyen marcas o signos propios.
La noticia hace referencia a que en días pasados, el presidente Mauricio Macri descolgó los cuadros de Néstor Kirchner y Hugo Chávez ubicados en la Galería de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada que contiene cuadros de una veintena de próceres y figuras políticas de la región.
Estos dos cuadros gozaban de mayor visibilidad que el resto debido a que eran los únicos que se encontraban ubicados en el segundo piso de la Casa Rosada, por lo cual podían ser observados desde ambas plantas. Ambos retratos habían sido donados por el gobierno de Venezuela y la ex Jefa de Estado los había inaugurado el 4 de mayo.
Según Diario Registrado del 24 de febrero pasado, Macri también habría bajado los cuadros de San Martín y Belgrano y los reemplazó por obras modernas (del artista Luis Benedit, el pintor contemporáneo que coleccionaba Amalia Lacroze de Fortabat). Al parecer en este caso, los cambios en la oficina del Presidente, tienen que ver con “limpiezas energéticas”.
El paso de los gobiernos tanto de Néstor como el de Cristina, dejaron inscriptas sus marcas y signos propios de manera clara y manifiesta. Hablaban de un orden gramatical que daba cuenta de un proyecto nacional y popular. Quien visitaba por entonces la Casa de Gobierno podía apreciar esa iconografía: el salón de las mujeres con las imágenes de Evita, Alicia Moreau de Justo, entre tantas. También de próceres, presidentes, héroes latinoamericanos y obras de Ricardo Carpani. Acaso la célebre imagen de Néstor Kirchner haciendo bajar el cuadro del represor Jorge Rafael Videla de la ex ESMA, sea el contrapunto más gráfico y elocuente.
Macri, como claro exponente de la tecnocracia argentina, llegó al gobierno con un discurso crítico hacia la política, como sinónimo de algo malo, turbio, corrupto. Siempre sostuvo que no había que hacer política porque eso era algo malo para el país. En este sentido, usó como contracara al kirchnerismo, como lo malo, turbio y “anormal”. Trató de mostrarse como alguien abierto, plural, democrático y fundamentalmente neutral. No está contaminado con la política.
La idea se mantuvo desde que asumió como Presidente hasta nuestros días. Entre otros ejemplos vale señalar el reemplazo de funcionarios que son cuadros políticos por gerentes o CEO de empresas y del despido de trabajadores que adhirieron o militaron durante el gobierno anterior. Este gobierno hace una persecución de “lo político” y trata de borrar todas sus marcas pasadas.
La calle es otro “cuerpo” que sirve como analizador de las diferentes concepciones en cuanto a cómo considerar ese contexto. La calle como espacio público, escenario natural de encuentro y participación cultural, social y política. La plaza como el lugar de lucha, resistencia y reclamos. Sin duda la Plaza de Mayo es el principal escenario de la historia política argentina.
El gobierno de Macri, acorde con una concepción tecnocrática y neoliberal, considera que la calle debe estar “limpia” social y políticamente. Debe estar despejada para que los transeúntes (peatones o automovilistas) lleguen pronto a sus puestos de trabajo que el mercado les tiene preparado. Acaso una concepción mercantilista del uso del espacio público. Y en ese sentido la función del Estado/Gobierno, es la de garantizar el libre acceso de los trabajadores, mejorando la accesibilidad y, en caso de ser necesario usar las fuerzas de seguridad para que despejen las vías de circulación. Acaso el flamante nuevo Protocolo de Seguridad anunciado por Bullrich tenga que ver con esta concepción.
La gestión de un gobierno habla y transmite mensajes. Pareciera ser que en el país de Macri, no hay lugar para la política, hay lugar para los negocios encubiertos bajo un manto de neutralidad.
* Docente e investigador, FSOC-UBA.
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