“La coincidencia de una posible celebración deportiva (por la final de la Champions que juega hoy Barcelona en Gran Bretaña) con los acampados en Plaza Catalunya comportaba un riesgo que había que evitar”, fue la insólita excusa que utilizó el gobierno catalán para justificar la represión a los indignados. “Convenimos con el alcalde hacerlo así por seguridad e higiene pública”, se explayó el “conseller” de Interior, Felip Puig, que enseguida agregó que lo volvería a hacer, aunque “otra cosa es si me preguntan el cómo, si era la hora o la cantidad de efectivos adecuada...”. Igual de mucho no le sirvió. Poco después del violento desalojo, la plaza estaba ocupada de vuelta.
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