Demétrio Valentini, obispo de Jales, un municipio ubicado al noroeste del estado de San Pablo, supo ver más allá de los cantitos con que rivalizaron las hinchadas durante el Mundial y resaltó los lazos generados a partir del éxodo de argentinos a Brasil durante el largo mes de la reciente Copa del Mundo. “Se generó un nuevo clima de mutua estima, amistad y fraternidad. Cambió el nivel de relación para descubrirnos más próximos y menos prejuiciosos”, aseguró el obispo. Y ya en tono de broma concluyó: “En julio, Río de Janeiro fue la meca de una multitud de argentinos. Como ya no es más la capital de Brasil, podría declarársela la capital futbolística de Argentina”.
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