PSICOLOGíA › PREJUICIOS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD
› Por Isidoro Vegh *
Es bueno que los analistas reconozcamos que podemos estar habitados por prejuicios. Hace poco me consultó una persona que había estado durante muchos años en análisis luchando desesperadamente por negar algo que era inevitable, y es que las marcas de su vida hacen que definitivamente sea homosexual. Había armado una familia, una pareja heterosexual, con hijos, forzando algo que no es. Para quitarle un poco de dramatismo a la escena, le dije que soy como los médicos que vienen en segunda consulta: es el médico que tiene éxito porque, como el primero ya probó todos los antibióticos que no sirven, el segundo no tiene más que utilizar el que sí sirve, porque es el único que queda, y tiene éxito inmediato. Entonces, yo tenía esa ventaja, ya estaba verificado que el otro camino era inútil, no servía de nada. Pero, en esos años del análisis anterior, el paciente también estaba habitado por prejuicios: fueron dos, en complicidad, que quisieron luchar contra algo que es de lo Real. Porque, desde luego, no sólo los analistas tenemos prejuicios; los prejuicios pueden venir de los dos lados.
* Miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Fragmento de Yo, ego, sí mismo, distinciones de la clínica (Ed. Paidós).
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