La historia de la civilización es una historia contada principalmente por hombres y para hombres. Es la historia oficial. Como señalan Georges Duby y Michelle Perrot (Historia de las mujeres en Occidente), el silencio de las mujeres es parte de esa historia y por sus intersticios se filtra el lugar que tradicionalmente les fue asignado. En otras palabras, es un silencio que habla de las nociones clásicas sobre la mujer como objeto de conocimiento de un sujeto (masculino) que se hace preguntas sobre un supuesto enigma femenino y que elabora teorías al respecto; que se interroga sobre la mujer como un otro, considerado misterioso, diferente del modelo masculino. Un otro que es objeto de deseo, pero que también es desvalorizado y que incluso puede producir rechazo.

En esos intersticios, en esos silencios, también se filtraron otras voces. Mary Wollstonecraft, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Karen Horney, John Stuart Mill expresaron desde distintas perspectivas, que luego se multiplicaron, un debate necesario sobre el lugar tradicional de la mujer.

Desde la propuesta de Aristóteles de que el hombre era la forma y la mujer lo informe, han cambiado los discursos y las experiencias históricas. También hubo hechos importantes, como el surgimiento de los métodos anticonceptivos, el trabajo femenino por fuera de lo doméstico, el voto femenino, entre otras adquisiciones que fueron cambiando el lugar de la mujer en la sociedad. Estos cambios fueron parciales y se produjeron principalmente en las sociedades occidentales, a la vez que difieren en distintos grupos étnicos, religiosos y subculturas.

Hay también un equívoco en tomar el Día de la Mujer como un homenaje a las madres. Indudablemente, la maternidad es una experiencia creativa y de vida de enorme significación, pero hay muchas otras facetas de realización en la vida de toda mujer. Por eso, muchas veces, la idealización y el homenaje a las madres esconde como contracara la desvalorización de la mujer como tal. Las mujeres como sujetos deseantes, como sujetos creativos y con capacidad de decisión son todavía una deuda pendiente en nuestras culturas.

* Presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Autora de Lo femenino y el pensamiento complejo (Lugar Editorial).