Jue 01.10.2015

PSICOLOGíA  › IDEAS DE UN POETA Y SACERDOTE

La mariposa y la sombra

› Por Sergio Zabalza *

“El mundo entero está/ secretamente en llamas./ Las piedras queman,/ aún las piedras queman./ ¿Cómo puede un hombre aguardar/ o escuchar a las cosas quemándose?/ ¿Cómo puede atreverse a sentarse con ellas cuando todo su silencio está en llamas?” Thomas Merton (“En Silencio” en The Strange islands)

“No hay santo más que no queriendo serlo”
Jacques Lacan (Joyce el síntoma)


En su reciente visita a los Estados Unidos, el jefe de la Iglesia Católica, Jorge Bergoglio, hizo mención de varias personalidades trascendentes para la identidad norteamericana y la grey católica de ese país, entre ellos el escritor, poeta y monje trapense Thomas Merton, muerto en 1968. Se hace interesante repasar las coordenadas del pensamiento y posición existencial de este monje que fue mentor de Ernesto Cardenal y cuya vida monástica no le impidió comprometer su nombre y escritura en causas pacifistas y movimientos por los derechos civiles. En un pasaje del intenso intercambio epistolar que sostuvo con Victoria Ocampo, Merton decía: “Me doy cuenta que ahora, más que nunca, la dedicación a Dios en la vida religiosa no puede ser un pretexto para intentar la evasión, sino que, por el contrario, ella compromete al hombre mucho más irrevocablemente a tomar una posición y a dar un testimonio en el mundo de su tiempo. Y me parece que estoy obligado, por las circunstancias de mi vida y por mis antecedentes, a hacer algo para curar la prodigiosa e imperdonable brecha que ha surgido entre la iglesia y el mundo intelectual de nuestro tiempo” (Thomas MertonVictoria Ocampo Fragmentos de un regalo: Correspondencias y artículos y reseñas publicados en Sur).

Si bien formado dentro de las pautas del dogma católico, este sacerdote que sintonizó con estilo propio la tradición mística de San Juan de la Cruz, Master Eckhart y otros, supo abrevar de cumbres espirituales anteriores al advenimiento del cristianismo, como es el caso del taoísmo que Merton frecuentó a través de la lectura de Chuang Tzu, un monje chino del siglo II antes de Cristo. Lacan menciona a Chuang Tzú en más de uno de sus seminarios, por ejemplo cuando al abordar la esquizia del ojo y la mirada, interroga si el despertar de un sueño no es en realidad otra forma de permanecer soñados por esa ilusión que llamamos conciencia. Refiere entonces una experiencia onírica del poeta chino que, en una de sus versiones, dice: “Revoloteaba alegremente; era una mariposa muy contenta de serlo. No sabía que era Chuang Tzú. De repente despierta. Era Chuang Tzú y se asombró de serlo. Ya no le era posible saber si era Chuang Tsú que soñaba ser una mariposa, o era una mariposa que soñaba ser Chuang Tzu”. Vale señalar en este relato la relajada posición que el poeta adopta respecto de su propio narcisismo, la cual le permite interrogar lo que sus identificaciones le hacen ver: “Eso prueba que no está loco, que no se cree de ningún modo idéntico a Chuang Tzu”, concluye Lacan.

Este tono que denuncia la visión estereotipada del mundo hizo que Merton dedicara varios años de estudio para redactar una muy inspirada y personal versión de los poemas y relatos del chino. Por ejemplo: “Había un hombre que estaba tan perturbado al ver su propia sombra y tan molesto con sus propios pasos que tomó la determinación de librarse de ambos. El método que se le ocurrió fue huir de ellos. Entonces se levantó y echó a correr. Pero por cada pisada que daba un nuevo paso lo seguía mientras que su sombra permanecía junto a él sin dificultad alguna. Atribuyó su fracaso al hecho de que no estaba corriendo con suficiente rapidez. Así que corrió cada vez más y más rápido hasta que cayó muerto. No se dio cuenta de que si simplemente se hubiera puesto a la sombra, su propia sombra se habría desvanecido, y si se hubiera sentado y quedado quieto, no habría habido más pisadas” (Thomas Merton, “Flight from the shadow” en The way of Chuan Tzu).

Quizás el mundo, bajo la ilusión que impone el ojo absoluto de la vigilancia generalizada, también esté corriendo para huir de su propia sombra y de sus propios pasos.

* Psicoanalista. Hospital Alvarez.

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