PSICOLOGíA › CONSECUENCIAS DE LA VIGILANCIA GENERALIZADA
Los demenciales ataques perpetrados por sujetos desequilibrados, sin filiación orgánica con organizaciones terroristas, han renovado la sensación de incertidumbre en las principales urbes del mundo. Vale preguntarse si el inmenso aparato de vigilancia generalizada que hoy rige a nivel planetario no contribuye a implementar un clima de ansiedad permanente que luego, el alienado, actúa de manera insensata. Hoy que el gobierno nacional pretende manipular datos privados de los ciudadanos al tiempo que echa a rodar la hipótesis de un eventual ataque terrorista, resulta oportuno destacar las consecuencias de exacerbar el miedo y el ansia expectante en una comunidad.
Según Zigmunt Bauman1: “La incertidumbre es nuestro estado mental que está regido por ideas como ´no sé lo que va a suceder´ “. Al abordar los afectos ligados a la angustia, Lacan examina el estado expectante que suelen inundar al sujeto poco antes de que los primeros rayos despunten el día. Tras citar el análisis que Freud hace del presidente Schreber –un famoso caso de paranoia–, se pregunta: “Antes del amanecer, ¿es, hablando propiamente, el sol el que va a aparecer? Es otra cosa la que está latente, el momento de la vigilia, que es esperado”2. El término Otra cosa adquiere aquí una dimensión ominosa –maldita– que, según los recursos del sujeto, puede desembocar en la plegaria, el enclaustramiento o el pasaje al acto. Como bien insiste Lacan, la vigilia está presente al ras de la experiencias cotidiana del ser hablante.
Por su parte, al situar esta tan llamativa condición, el psicoanalista catalán Miquel Bassols3 habla de “lo que no cesa de no suceder”, y para ilustrar el punto apela al testimonio de las víctimas sobrevivientes de Atocha, entre las cuales hay quienes afirman sentirse más angustiadas por lo que podría haberles pasado en el atentado que por lo efectivamente experimentado. Ya Freud en su texto dedicado a las neurosis de guerra había señalado la ventaja subjetiva de algunos combatientes cuando de superar los horrores de la guerra se trata: están en mejores condiciones aquellos con heridas en el cuerpo en virtud de que “la violencia mecánica del trauma liberaría el quantum de excitación sexual”4. Luego agrega: “Y hasta se podría decir que en las neurosis de guerra, a diferencia de las neurosis traumáticas puras y a semejanza de lo que sucede en las neurosis de transferencia, lo que se teme es pese a todo un enemigo interior”5.
La ausencia de marcas que impone “lo que no cesa de no suceder” tiene su correlato en una acción que arranque a esa angustiante vigilia su certeza: la violencia insensata sería entonces un fallido intento de neutralizar a ese enemigo interior a través de provocar una herida, sea en el cuerpo propio como en el del semejante.
Una vez más, el arte se ha hace cargo de este expectante apronte angustiado, por ejemplo el silencio que ilustran los cuadros de Eduard Hopper transmiten la inminencia de algo atroz que no cesa de no suceder: una continuidad que no admite la pérdida de un corte; no en vano, la casa que Alfred Hitchcock eligió para su famosa película Psicosis es la réplica de un cuadro del famoso pintor estadounidense. Para sofrenar todo intento de dominación a partir del miedo, urge aplicar el arte de la política.
* Psicoanalista.
1 http://www.clarin.com/edicion-impresa/Vivimos-paralelos-diferentes-online-offline_0_1169883075.html
2 Jacques Lacan, El seminario: Libro 5, Las Formaciones del inconciente, clase del 15 de enero de 1958.
3 Miquel Bassols, “Las neurociencias y el sujeto del inconciente”. Conferencia en Granada, abril del 2011.
http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/011/default.asp
4 Sigmund Freud, Más allá del principio de placer, en Obras Completas, A. E. Tomo 18.
5 Sigmund Freud, Introducción a Zur Psychoanalyse der Kriegsneurosen (1919), en Obras Completas, A. E. tomo XVII. Página 208.
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