Jue 05.02.2004

PSICOLOGíA  › EL PSICOANALISIS Y UNA INVESTIGACION EN NEUROCIENCIAS

“Olvídalo, Hipotálamo”, dijo Prefrontal

Por Juan Carlos Mosca

Tuvo gran divulgación un estudio sobre el olvido voluntario publicado en la revista Science de enero de este año. Lo realizaron psicólogos y neurólogos de la Universidad de Stanford, California, quienes, mediante imágenes de resonancia nuclear magnética, examinaron los cerebros de 24 voluntarios mientras trataban de olvidar secuencias de nombres previamente memorizadas. Esos nombres estaban asociados de a pares arbitrariamente reunidos y, cuando lograban olvidar alguno de ellos, generalmente les resultaba imposible volver a recordarlo.
El objeto de estudio de los investigadores era lo que llaman “olvidos motivados”: olvidos que son resultado de una voluntad de olvidar. Ubican en esta categoría el olvido de situaciones traumáticas y, como paradigma, las escenas traumáticas de abuso padecido en la infancia.
Lo que se observó en las imágenes obtenidas es que, cuando los voluntarios procuraban olvidar, se activaban determinadas zonas del cerebro, lo cual demostraría que es posible bloquear recuerdos y que este mecanismo tiene una base biológica.
La zona del cerebro que se activa para el olvido voluntario es prefrontal-temporal, que, desde el punto de vista evolutivo, es de desarrollo más avanzado que aquella donde se asienta la memoria, la del hipotálamo, más primitiva.
La diferencia entre olvido involuntario y voluntario atañe a la cuestión de si los fallos de memoria han de considerarse efectos de un deterioro o déficit o resultados de un proceso más elaborado. Esta distinción ya estaba contenida en los desarrollos que Sigmund Freud hizo hace más de un siglo respecto del fenómeno onírico, de los actos fallidos y también de los olvidos. Más tarde, la reflexología y otras teorías de tipo sistémico también estudiaron el bloqueo de recuerdos, pero basado en condicionamientos temporarios como resultado de condiciones reforzadas, no estructurales.
Al examinar el mecanismo psíquico del olvido, Freud observó que no sólo se olvida sino que, además, se recuerda erróneamente. En el caso del olvido de nombres propios, ante el esfuerzo por recordar acuden sustitutivos: aunque el sujeto los sabe erróneos, insisten en presentarse, con gran tenacidad, y se puede demostrar una conexión asociativa entre estos sustitutos y el nombre olvidado.
Freud señaló que el proceso que lleva del nombre olvidado al sustituto erróneo es un desplazamiento y que este mecanismo tiene extraordinaria importancia en la producción del olvido: en sus términos, la represión opera no sólo por sustracción de la carga sino también por contracatexis; no sólo produciendo el olvido sino también suscitando el recuerdo erróneo.
Lo olvidado fue una vez consciente; el olvido respondió a un mecanismo que lo produjo. En ciertos casos, al reconstruir los pasos de este mecanismo, puede determinarse que, en un primer momento, el olvido había sido voluntario. Cuando Freud analiza, en su propia experiencia, el olvido del nombre propio “Signorelli”, advierte que, en el transcurso de la conversación en que se produjo el olvido, había desviado voluntariamente su atención del camino en el que lo internaban sus asociaciones: lo que finalmente deseaba olvidar no era ese nombre sino las asociaciones evocadas por la conversación que lo incluía y que remitían a recuerdos penosos.
Los sustitutos que vienen en reemplazo del nombre olvidado condensan asociativamente elementos del propio olvido y de aquellas reminiscencias evocadas.
Es claro que todo este mecanismo exige un alto grado de elaboración psíquica. Y se comprueba que el olvido no es un fenómeno accidental y que, salvo casos de regresión o enfermedad orgánica, no se debe a un déficit o deterioro de la función sino a un muy elaborado mecanismo que permaneceactivo. Ese mecanismo posee un conjunto de procedimientos descriptos por Freud al servicio de lo que él denominó represión e implica la hipótesis del inconsciente.
El resultado preliminar de la investigación comentada nos permite destacar, en la producción del olvido, un proceso de elaboración psíquica, aplicable también a los actos fallidos y los sueños, con un carácter positivo, diferente del concepto negativo de fatiga, agotamiento o simple deterioro de alguna función de la conciencia. La hipótesis de un trabajo inconsciente recibe ahora un interesante apoyo experimental.

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