Jue 10.06.2004

PSICOLOGíA  › LOS RITMOS DEL EXCESO

El jazz no es natural

Por Alejandro Sacchetti *

El jazz tiene la particularidad de que, a partir de algunos acordes fundamentales, cada músico crea y recrea su obra, o el rasgo u obra de otro apropiándosela. Julio Cortázar señala que “el jazz es la única música, junto con la de la India, que corresponde a la gran ambición del surrealismo en literatura, es decir la escritura automática, la inspiración total, no estar sometido a un discurso lógico sino más bien al que nace de las profundidades”.
Carmelo Saitta, en su ensayo El lenguaje musical en la música contemporánea, discurre acerca de los ritmos llamados naturales y los ritmos psíquicos: ¿existen “ritmos naturales” en el ser humano? El golpe de un tambor implica ya una dimensión de exceso en el orden natural de las cosas.
Dice Saitta: “Cómo hablar de natural en el arte, donde todo es artificio. El tiempo musical es independiente del tiempo psicológico o del cronométrico. Es otra dimensión, es un tiempo virtual, y la música del siglo XX se ha replanteado no sólo el tradicional concepto de tiempo, sino también el del espacio y el de la materia. El sonido ya no es un mero soporte, sino el punto de partida de la composición”.
El jazz permitió jugar con los límites de la música establecida, y el bebop imprimió un cambio rítmico y melódico que de alguna manera sentó las bases para lo que habría de ser el rock. Los músicos negros del bebop, como Charlie Parker, hicieron un intento desesperado para recobrar la fuerza musical negra en un contexto que los marginaba. Su música, alejada de los esquemas fijados por la industria cultural americana, se resistía a los cortes convencionales del tiempo, ligados a los parámetros de comercialización.
Jacques Lacan, en referencia a Georg Wilhelm Hegel, decía: “El discurso concluido. Los científicos que han llegado a cerrar el discurso humano lo poseen: el saber absoluto. A los que no lo tienen sólo les queda dedicarse al jazz, a bailar, a divertirse; los buenos, los simpáticos, lo libidinoso. Esto es lo que llamo dominio elaborado”.
* Extractado de El párpado del oído. Entre la música y el psicoanálisis, de próxima aparición (ed. Letra Viva).

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