Jue 06.04.2006

PSICOLOGíA  › LA CLINICA “PSI” ANTE LA CAIDA DE LOS GRANDES RELATOS

Sin redención ni luces ni emancipación

› Por Eduardo Garcia Dupont *

La clínica actual, cada vez más ligada al goce que al deseo, es efecto, en parte, de la crisis de los grandes relatos y de los paradigmas del amor. Grandes relatos: a) el relato cristiano, de la redención de la falta de Adán, por amor; b) el relato iluminista de la emancipación de la ignorancia por medio del igualitarismo del conocimiento; c) el relato marxista de la emancipación de la explotación y la alienación por medio de la socialización de los medios de producción; d) el relato capitalista de la emancipación de la pobreza por el desarrollo tecnoindustrial. Paradigmas del amor (cfr. Soler, Colette: La maldición del sexo, ed. Manantial): a) el amor clásico antiguo, que podemos asociar al Eros griego; b) el amor divino, o sea el amor a Dios; c) el amor cortés, caracterizado por la inaccesibilidad del objeto; d) el amor de las Preciosas, con características similares al amor cortés; e) el amor homosexual, en muchos casos ejemplificado por el vínculo de los efebos con los pederastas, en el que se jugaba la transmisión de un saber; f) el matrimonio (ágape cristiano).

Los grandes relatos y los paradigmas del amor eran referentes que acotaban el goce. En términos de Lacan, “la castración significa que es preciso que el goce sea rechazado para volver a alcanzarlo en la escala invertida de la ley del deseo” (“La subversión del sujeto, Escritos, ed. Siglo XXI), y “sólo el amor permite al goce condescender al deseo” (Seminario “La angustia”). Por efecto de ambas decadencias, nos encontramos con una clínica cada vez más compleja, con sujetos en posición de objeto, con una aguda sensación de sinsentido y con ausencia de deseo.

También se observa una sustitución del que Lacan, en su teoría de los cuatro discursos (Seminario “El envés del psicoanálisis”), denominó discurso del amo, por el discurso universitario, en el que el lugar de dominio lo ocupa el saber, siendo que la verdad del discurso universitario es que a quien se sitúa en el lugar del saber como dominio, lo habita una voluntad de amo.

Entonces, ante la declinación del Nombre del Padre, la crisis de los grandes relatos, la caducidad del amo antiguo, aparecen Nombres del Padre que al sujeto le otorgan un falso ser. Por ejemplo: “Soy adicto”: “Soy alcohólico”, “Soy toxicómano”, “Soy jugador”, “Soy adicto al trabajo”, “Soy adicto al amor”, “Soy bulímico, anoréxico, psicosomático, hipocondríaco, melancólico, abúlico, vago, solitario...”, etcétera. El etcétera es estructural, ya que la lista de suplencias del Nombre del Padre que otorguen nominación sería interminable (Juan Carlos Indart, Seminario “Clínica del discurso universitario”, EOL, inédito).

Se presentan así: a) las patologías del acto: inhibición, acting out y pasaje al acto; b) patologías de la oralidad (trastornos de la alimentación): bulimia, anorexia; c) patologías del consumo (adicciones en general): alcoholismo, toxicomanía, tabaquismo, ludopatía; d) violencia social y familiar; e) fobias, crisis de angustia, ataques de pánico; f) depresiones; g) melancolías y melancolizaciones; h) lógicas del duelo; i) impulsiones; j) compulsiones; k) fenómenos psicosomáticos; l) enfermedades autoinmunes.

* Extractado del trabajo “Inicios y cortes en el tratamiento institucional”, cuya versión completa puede leerse en www.psipolis.com.ar.

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