Por S.S.C. y L.G.V.

Las instituciones de salud que prestan servicios a la Justicia tropiezan con la burocracia administrativa que demora los pedidos de consulta, aun cuando éstos sean de trámite urgente. Desde hace cinco años estamos trabajando en un nuevo modelo de abordaje para estos casos, que acelere el trámite judicial facilitando el acceso al hospital. Formamos parte de la experiencia los miembros del Equipo de Pareja y Familia perteneciente al Servicio de Psicopatología del Hospital Argerich y cuatro juzgados civiles con competencia en familias de la Capital Federal. La coordinación general está a cargo de Silvia Crescini, y compartimos con Héctor Label la tarea docente tanto en el hospital como en la universidad.
Hemos establecido un modelo a través del cual cada juzgado se comunica con el equipo de pareja y familia, facilitando una rápida admisión, diagnóstico y tratamiento (si fuera necesario). Incluye la supervisión del caso en el espacio clínico y el posterior informe provisto por el terapeuta designado, agregando una reunión mensual de supervisión en el juzgado donde se analizan las vicisitudes del caso en sus aspectos judiciales y clínicos. Estas reuniones son interdisciplinarias e interinstitucionales.
A este procedimiento singular lo hemos bautizado “interfase psicológico-jurídica”. El trabajo de interfase genera instrumentos que le permitan al operador moverse con soltura en el resbaladizo terreno de las situaciones judiciales donde la consulta está precedida por denuncias o litigios. Cuando el terapeuta aprovecha saludablemente el contexto judicial, éste se convierte en una herramienta que le permite reforzar la intensidad de la intervención aumentando las opciones de conciliación en las disputas o afinando la herramienta diagnóstica en las evaluaciones. Lo judicial –a través de la orden del juez– reasegura el continente psicológico que suele desbordar cuando se desatan las pasiones.
De idéntica manera, los jueces, en la medida en que puedan reconocer los patrones de conducta de las familias o parejas en crisis que llegan al tribunal, corren menos riesgo de equivocarse, sobre todo cuando deben aplicar medidas cautelares con amplias facultades.
La medida judicial adecuada aplicada oportunamente tiene resultados terapéuticos en la mayoría de los casos. Es una verdadera intervención en crisis. La orden judicial oficia como contexto del trabajo terapéutico. Le permite al operador-terapeuta reforzar el encuadre psicológico desde lo jurídico. La ley social opera como muro de contención. Es común que las entrevistas terapéuticas finalicen con una intervención donde se aluda a la siguiente audiencia con el juez, o bien, que la trabajadora social del juzgado ingrese a la sesión para hacer un comentario pertinente al proceso judicial.
El Equipo de Pareja y Familia recibe alumnos pasantes que cursan Práctica Profesional Forense “El trabajo con familias en el ámbito jurídico”, correspondiente a la carrera de grado en la Facultad de Psicología de la UBA. Consiste en sumergirse durante un cuatrimestre en el funcionamiento del Juzgado de Familia, tutoreados por el o la trabajadora social y/o el juez o jueza. Nuestro propósito es que tanto los terapeutas como los futuros psicólogos hagan una práctica interdisciplinaria que les permita decodificar un expediente, hacer una visita domiciliaria o traducir un informe a un lenguaje inteligible para jueces o juezas.
Nuestra propuesta facilita el procedimiento acortando los tiempos a través de una comunicación fluida entre los operadores. Si conseguimos transformar los papeles en personas, los expedientes adelgazan y las personas se benefician. Los equipos interdisciplinarios son formaciones intersticiales que crecen en las grietas que se producen por desgaste en las estructuras rígidas.